Hay errores que sonrojan, que matan, inintencionados o buscados a propósito; hay errores que provocan el escarnio, el rídiculo, la befa y mofa, la burla e incluso el menosprecio. Y les hay que más que equivocaciones son equívocos que concluyen en una sonrisa o en una carcajada; esos son los imprescindibles para hacernos la vida más apetecible.
Hablo de desaciertos porque esta semana he visto uno espectacular, que me produjo espasmos gloriosos de la risa. Les cuento. Celebraban los camareros segovianos el pasado miércoles su fiesta anual en la que honran a Santa Marta, que por cierto es también el nombre de una ciudad colombiana, cuyo héroe es un futbolista conocido en España, el ‘pibe’ Valderrama, aquel con una melena leonada y pelirroja que se hizo famoso porque otro futbolista, el español Míchel, le tocó sus genitales durante un partido; y para más guasa al equipo de la localidad lo apodan ‘El ciclón bananero’, mote en el que quizá pensó el hasta entonces recatado y repeinado Míchel cuando tuvo la ocurrencia de hacerle esas caricias.
Pero a lo que íbamos. Decía que los camareros han honrado a su patrona y para difundir las actividades plagaron de carteles y programas de mano toda la ciudad. Los letreros eran densos en información, pero sin erratas relevantes, más allá de alguna coma mal ubicada. Pero en los programas vino el problema, la metedura de pata, el baile de letras. Rezaba así: ‘a las 14 horas corrida en el restaurante El Cordero para los jubilados’. Tremendo, disparatado. El cambio de la ‘m’ por la ‘r’ llevó la emoción a los veteranos de la asociación, que ya se imaginaban, entre el estupor y la sonrisa pícara, que iban a cambiar los tradicionales torreznillos por la viagra.
La asociación, con su presidente Pablo Martín y los incansables José Durán y Pablo Gómez ‘Pali’ a la cabeza, se tomaron con humor los caprichos de la imprenta, como también lo hizo el director de este diario, Carlos Aganzo, que presentó el viernes una publicación de Julia Montejo en la librería Diagonal y al que en los carteles que anunciaban el acto le variaron el apellido para llamarle ‘Sanzago’.
Y como de desaciertos sin mala fe está el mundo lleno, podría llenar esta y otras muchas crónicas. Esta semana también, aunque esta vez de viva voz y no en un cartel, Marisa Duque se confundió durante la entrega de premios de la fundación que lleva el nombre de su padre, el célebre hostelero Dionisio Duque. Allí habló de ‘Tierra de Segovia’ al referirse a la marca Tierra de Sabor, ante los carraspeos y risas de los presentes en el brillante acto en la iglesia de San Juan de los Caballeros-Museo Zuloaga. Marisa salió con soltura de la equivocación, al decir que siempre tiene en la cabeza Segovia y de ahí el error. Esta explicación no debería darla la asociación de camareros, porque en su caso parece que siempre están pensando en eso que usted y yo sabemos.
Donde no hubo errores fue en el traslado de la Virgen de la Fuencisla desde su santuario a la Catedral. El tiempo acompañó y miles de personas demostraron su devoción a la Patrona de Segovia, muchas de ellas con el rosario que regalaba El Norte. Solo la decisión del alcalde Pedro Arahuetes de aplicar esta vez con rigurosidad el protocolo desentonó en un acto que emociona a los segovianos como ningún otro.
Errores pues hay, perdonables, pero también hay quienes los provocan. Que ya se sabe que el errar es humano y más en este inusual, por caluroso, mes del regreso.