Interiorizadas por los segovianos. Así son el traslado y novenario de la Virgen de la Fuencisla y el Hay Festival, que tienen un hueco privilegiado en el calendario local. La diferencia de años de celebración –los actos religiosos son pura y larga tradición y la cita literaria es joven– no es óbice para que ambas cosas sean robustas y cautivadoras, cada cual con su público, claro, aunque en muchos casos coincidente, que no está reñida la fe con la palabra.
Cohabitan y no compiten dos acontecimientos que llenan de vida el comienzo del otoño, quizá para paliarnos el desencanto que produce que termine el verano. La Virgen es cosa de todos, masiva y venerable, un espectáculo de masas segovianas; las miles de personas que acompañan los traslados del Santuario de la Fuencisla a la Catedral y vuelta y las no menos que acuden al novenario así lo avalan. Impresiona la Calle Real a primera hora de la mañana, con riadas de fieles o por la tarde, mezclados con turistas, todos camino del templo catedralicio de la Plaza Mayor.
Testigos del fervor por la patrona son quienes acuden al otro gran protagonista de finales de septiembre: el Hay Festival. Aquí la devoción es por la palabra, ese instrumento tan extraordinario que nos hace libres. Poetas, periodistas, novelistas, cronistas o dramaturgos se mezclan este año con políticos, toreros y hasta el seleccionador español de fútbol, Vicente del Bosque, que en esta ocasión los organizadores –con la incansable Sheila Cremaschi en primera línea– han querido ampliar la procedencia y el perfil de los participantes.
Encontrarse por la calle a Eduardo Mendoza reconforta, pero hacerlo con los mediáticos Enrique Ponce, Boris Izaguirre o el propio Del Bosque sirve para que el festival transmita una imagen de abierto al gran público, a ese que también utiliza la palabra y que quiere participar en una fiesta a la que otras veces no se le había invitado.
Y mientras la ciudad bulle, la provincia también se mueve y apura los últimos momentos vacacionales, con fiestas aún en varios pueblos. Las de Nava de la Asunción, tremendas, de nueve días y con el aliciente añadido este año del buen tiempo. Quedan todavía las de San Rafael o Prádena, las últimas de un ciclo de vida que da paso al otoño, que vacía las calles y plazas de los más de dos centenares de municipios segovianos.
Es ley de vida, como lo es la vuelta al cole de los políticos, que ya han dejado la relajación del verano para centrarse en qué hacer con nuestra existencia. No son buenos tiempos para quienes han elegido el camino de la representación pública; sin embargo, y a pesar de los negros augurios para quien gobierne después del 20-N, hay bofetadas por entrar en las listas del Congreso y del Senado; tortas y también enojos importantes.
Los socialistas ya han hecho los deberes y Juan Luis Gordo y el ex alcalde del Real Sitio, Félix Montes, estarán en los primeros puestos de la parrilla de salida; quien no ha encontrado acomodo es el regidor segoviano Pedro Arahuetes, porque en la formación por la que concurre no les cuadra que no esté afiliado. Si quieres navegar en la Marina, al menos alístate, parecen decirle. Y como Pedro no tiene fe en las siglas que le amparan, el partido se desdice de su palabra.
Mientras, en el Partido Popular apuran hasta el final. El presidente provincial, Francisco Vázquez, tiene pocas sillas para tanto comensal que se postula y que no pierde la fe en que se cumplan las palabras dadas. Para contentar a todos lo tiene complicado, aunque siempre puede este fin de semana encomendarse a la Fuencisla o a Sheila Cremaschi, que están de ronda.