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Jaime Rojas

La canaleja, crónica social de Segovia

A la redención por el humor

Supongo que saben que en Guatemala, uno de los países más pobres y con más corrupción del mundo, un cómico ha sido elegido presidente. Jimmy Morales es su nombre y cuentan las crónicas que es un tipo de chiste fácil. La apuesta del pueblo soberano es arriesgada, pero el hastío a veces lleva a tomar un camino inexplorado. Los electores parecen querer que resuelva o no sus problemas al menos quien lo intente lo haga de forma divertida. Y para los políticos es la redención a través del humor para mejorar la imagen de este viejo oficio, tan deteriorada en todos los lugares del planeta sin excepción.
Aquí el festival del humor es el que se representa, un día sí y otro también, en Cataluña. Entre los últimos episodios está el ‘viva la república catalana’ que lanzó la presidenta del parlamento al ser elegida. Pues viva, como la playa de Lérida o la de Segovia o la suegra de mi tía que murió soltera, solterísima. Son cosas que no existen –bueno, en Segovia hubo mar en el Cenozoico hace millones de años, aunque ya nadie se acuerda–, con lo que desearlas larga vida es un chiste absurdo, una broma de trapisondistas que enredan con esto para desviar la atención de sus asuntos de corrupción, en una carrera frenética por alcanzar en la clasificación a los gobernantes guatemaltecos.
Pero también hay políticos chistosos en otros lados de España, incluso diría que todos ellos tienen un extraño sentido del humor. Es su naturaleza. Rajoy no haría reir ni al más entregado de su partido, ni Pedro Sánchez al más pelota de los suyos. Rivera tiene sonrisa angelical, de buen yerno, e Iglesias de pícaro. A Garzón, de IU, parece que nada ya le hace sonreir y a Rosa Díez ni les cuento. En la comunidad tampoco estamos sobrados de gente que transmita algo de guasa, por eso llaman para todos los actos a Leo Harlem, el chistoso oficial que quien sabe se hará algún día un guatemalteco.
Y en la Segovia nuestra parece que se sonríe más. Una posible razón: tanto japonés tan risueño y con los ojitos cerrados han calado hondo. Verlos fotografiarse en cada esquina y con cara de pasarlo bien se nos ha contagiado hasta hacernos menos hoscos y huraños. El viajar ilustra y que vengan viajeros a tu tierra, también. Ahora hay otros turistas orientales, incluso más que los nipones, pero seguimos leales por la senda que en su día abrieron los entrañables japoneses.
Pero aquí quienes ya quizá puedan sonreir después de decenas de años de espera son los particulares afectados por los convenios urbanísticos que firmará el Ayuntamiento para cerrar el Plan de Áreas Históricas, el famoso y ya de la familia Peahis. Hay acuerdo y veremos un hotel donde ahora está una gasolinera junto al Acueducto o más accesos a la muralla en el Postigo del Consuelo, en la Misericordia y en la calle Cervantes. Noticia que hace sonreir y desbloquea un plan que ha tenido y tiene a Segovia maniatada, humillado su casco histórico que agoniza y del que huyen sus habitantes y quienes trabajan en él. Es un chiste macabro ver el deterioro de la vida en el recinto amurallado.
En esto los que se dedican a la política no se han redimido por el humor, sino por la decisión de negociar con los privados, algo que debía haber sido hace muchos años. Casi tantos como desde que Segovia tenía mar, si me permiten la broma aunque no sea un político chistoso.

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Sobre el autor

Jaime Rojas, delegado de El Norte de Castilla en Segovia, nos contará, todos los domingos, la crónica social de Segovia, capital y provincia.


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