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Pásame el mando

Pásame el mando

True Blood (Sangre Fresca)

Las cuatro temporadas de True Blood de una sentada, tendría que tener empacho de sangre, pero no. Y sí, tienen razón los que dicen que es inclasificable, que la amas o la odias.

Me encanta este cartel

Trasladar al texto el tufillo a serie B que no se toma en serio a si misma, la orgía de sangre y sexo en que se convierte muchas veces, la intensidad de muchos momentos, la absurdez de otros acompañado siempre de un humor negro de esos que dejan huella. La mala leche de su creador Allan Ball (American Beauty, A dos metros bajo tierra) se deja ver cada segundo porque la crítica social también tiene su tiempo.

Antes de nada hay que situarse un poquito porque la premisa de True Blood es, cuando menos, interesante. Después de siglos de mitos, leyendas y pesadillas vampíricas estos salen de sus ataudes y todo el mundo sabe que existen.

Los japoneses consiguen sintetizar una sangre que comercializan bajo el nombre de TruBlood y que permite que los vampiros se alimenten sin tener que beber de humanos.

Ahora hay que irse a un pequeño pueblo del sur de EE.UU. en el estado de Lusiana, saben de la salida del ataúd de los vampiros pero no han visto a ninguno. Entonces llega Bill (Stephen Moyer), el primer vampiro al que ven, sentado tranquilamente en la mesa de un bar.

Bill se enamora de una camarera de ese bar, Sookie. Ella tampoco es normal, puede escuchar los pensamientos de los demás y solo está en paz con los vampiros, los únicos a los que no puede oir.


A partir de ese momento todo se convierte en una locura llena de seres sobrenaturales que se van sumando poco a poco a la historia porque no son solo vampiros sino hombres-lobo, cambiantes, hadas, brujas y todo el repertorio. De todas maneras no es una serie épica, aunque sí que se podría decir que tiene sus momentos. De hecho, tiene momentos para casi todo.

También es de agradecer que la protagonista, Sookie Stackhouse (Anna Pakin), no sea idiota y que además sea capaz de pegarle un par de tiros a quién se lo merece con tal de defender lo que quiere. Agradezco también a los maravillosos personajes vampíricos de Jessica Hamby (Deborah Ann Woll), la vampiresa recién nacida encantada de haberse librado de las responsabilidades de su vida humana -su reacción a la conversión es realmente divertida- y a Eric Northman (Alexander Skarsgård) con su espectacular y retorcido sentido del humor -sin dejar de lado razones obvias.

Pero no todo van a ser cosas buenas así que la serie tiene sus lagunas y algunas veces bastante serias. En la tercera y la cuarta temporada las subtramas se hacen insoportables, no diré que todas, pero sí la mayoría. Arleene y Terry me dan igual, lo mismo que Sam y su hermanísimo (que no aguanto), vamos que si me pongo a contar los únicos por los que siento algo de preocupación es por Tara y Lafayette. Que conste que no me parecen mal las tramas secundarias pero me gustaría que mantuvieran el tipo respecto a la principal.

Pero no creo que sea una serie superficial. Es verdad que es de vampiros así que todo el rato planea la sombra del sexo asociada al vampirismo pero no es, ni de lejos, el tema principal. El subtexto de True Blood se centra en el rechazo por las minorías. En este caso, la minoría son los vampiros que reclaman sin descanso sus derechos civiles. El hecho de que esté ambientada en un pueblo pequeño del sur de Estados Unidos no hace sino acentuar este aspecto.

Las reacciones de los humanos ante los vampiros son para todos los gustos: desde el rechazo total y absoluto argumentando que son unos seres violentos que sólo buscan sangre hasta los vampirófilos que buscan desesperadamente relaciones sexuales con ellos. Entre los vampiros también hay variedad: los que no quieren vivir gracias a los humanos y se dan al TruBlood (los menos), aquellos que viven de humanos pero sin hacer demasiado daño y aquellos para los que las personas son comida.

En fin, True Blood vuelve a reinventar el género vampiresco (con mucho mérito) de una manera muy moderna si por eso entendemos que todos estos seres sobrenaturales se mueven con soltura en un ambiente tan cotidiano que asusta y vampiros en chándal que no hacen más que hablar por el móvil.

La cabecera, sin llegar al nivel de otras series de la HBO, es bonita.

Besa mi brillante culo metálico.- Bender (Futurama)

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