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Roberto Carbajal

La aventura humana

Himno, procesión y política

España es un país aconfesional, aunque repetir la cantinela no garantiza que esta realidad cale en la mentalidad de algunos. José María Aznar firmó en 1997 una ley por la que se regula el uso del himno nacional español. En el texto se explica claramente dónde, cuándo o ante quiénes debe sonar esta partitura. Quien lea la norma comprobará que ese código no contempla que la marcha pueda ejecutarse en Semana Santa ni en otros eventos al uso. Pero ya se sabe que en nuestro país existe manga ancha para depende qué actos, habida cuenta de que muchos arrastran consigo un buen puñado de votos. ¡El colmo es desobedecer a Aznar!

Que en España se vulneren las leyes se ha convertido en una costumbre, pero no por eso hemos de guardar silencio. Ignoro la nacionalidad actualizada de las imágenes representadas en los pasos de Semana Santa. Según la tradición, serían judíos originarios de la antigua Palestina y soldados del imperio. Desconozco si sonaba algún himno en la Roma del césar. Seguro que la ‘Marcha Real’ no. Así las cosas, ¿hay quién pueda explicar con argumentos sólidos a santo de qué la banda de turno toca el himno español cuando entran o salen determinados grupos escultóricos? Los personajes representados en esas tallas no cuentan con una patria definida. Desde luego, no son españoles ni palestinos; tampoco israelíes o romanos. En todo caso, si hubiese que inscribirlos en algún registro, podrían ser ubicados en el Vaticano, que es quien ejerce la tutela. Y sería la cobertura cogida por los pelos para que se ejecutase el himno del Papa, no el nuestro.

¿Y los políticos en los desfiles, con medalla y bastón? En una España laica se representa a todo el pueblo, creyentes o ateos. No tiene sentido que caminen detrás de una imagen religiosa o hablen en nombre de toda la ciudad ataviados con sus entorchados. Policía, Guardia Civil o los tres ejércitos, ¿qué demonios pintan esos uniformados escoltando imágenes de una confesión religiosa? No somos capaces de quitamos la herencia franquista ni aunque nos aspen.

Publicado en El Norte de Castilla el 3 de abril de 2013

Sobre el autor

Tenía siete meses cuando asesinaron a John F. Kennedy. De niño me sentaba en los parques a observar a la gente, pero cuando crecí ya no me hacía tanta gracia lo que veía. Escribo artículos de opinión en El Norte desde 2002, y críticas musicales clásicas desde 1996. Amo la música, aunque mi piano piense lo contrario. Me gusta cocinar; es decir, soy un esclavo. Un esclavo judío a vuestro servicio.


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