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SIN SUEÑOS PERO CON AGALLAS


Resulta que hay vida en el cine argentino más allá de Campanella y Ricardo Darín, dos tipos que, dicho sea de paso, me caen genial y me han hecho pasar muy buenos ratos con sus películas. Bueno, en realidad ya lo sabíamos. Recuerdo en la presentación de una Seminci de hace unos dos o tres años a Leonardo Sbaraglia quejándose de eso, de que en su país se estaba haciendo muy buen cine además de esas películas tiernas, con gente corriente en la que todos nos podemos reconocer y a la que no nos importaría llevarnos a casa para que nos revolvieran un poco los esquemas. Las otras también llegan, aunque con cuentagotas. Y se quedan en las salas menos comerciales. Por supuesto. Recuerdo ahora ‘Tiempo de valientes’ en plan comedia –qué bien se les da– y gran ejercicio de interpretación de Luis Luque y Diego Peretti. Pues bien, tenemos otra en cartel. También en el cine Casablanca (aviso para los vallisoletanos), al que por cierto habría que hacer un homenaje. No doy más rodeos. Hablo de ‘Las mantenidas sin sueños’ dirigida por Vera Fogwill y Martín Desalvo y protagonizada por la primera y por una maravillosa actriz-niña a la que la cámara adora, Lucía Snieg. A Vera Fogwill la conocíamos por otro extraño filme que pasó bastante desapercibido en nuestros cines ‘El viento se llevó lo que’, del que era protagonista.
La historia de ‘Las mantenidas…’ la conocemos. Un grupo de mujeres dispuestas a la tarea de sobrevivir. Con más pena que gloria, dicho sea de paso. Mujeres que han llegado al límite de sus fuerzas y cuando deciden rendirse aún descubren que lo malo puede ir un poco más allá. Y que incluso en ese más allá puede haber una puerta de salida. Niñas obligadas a madurar antes de tiempo y hacer de madres de sus propias madres…
Pero hay varias cosas que hacen de esta película algo distinto y recomendable. La primera –nada desdeñable y de la que tantos en el cine nacional podrían aprender– está en la forma de narrar, que elude con un estilo irónico toda obviedad. La segunda, el alejamiento de todo ternurismo pero también de todo dramatismo innecesario. Cuando se apresta a cargar las tintas lo hace con tal sentido del humor, con una vocación de esperpento bien controlado, que hace verosímil cualquier cosa que en otras manos hubiera sido intolerable. Aquí se nota la escuela Almodóvar. Pero también en algunos planos, en posiciones de cámara, en la elección del color. Y sobre todo, en esa forma desnuda de decirnos que cuando todo se desmorona puede aparecer una salida, antes oculta, que no nos llevará al Paraíso, pero que quizá conduzca a un pequeño paraíso. No sé si hablo de una comedia, de un drama o de una tragicomedia. Véanla.

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Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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