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A propósito de ‘Vislumbres’

REFLEXIONES SOBRE LAS IMÁGENES DE LUIS MARIGÓMEZ EN LA FUNDACIÓN SANTIAGO MONTES

Estoy sentada en algún acto de celebración de la palabra, de esos a los que puntualmente nos convoca la Fundación Santiago Montes. Tengo delante de mí las fotografías de Luis Marigómez, reunidas bajo el título ‘Vislumbres’. Estos días ocupan, ya por pocos días más, las paredes blancas que a menudo cobijan la poesía. Me resultan familiares. Suelen acompañar sus correos, sus mensajes, son como un regalo añadido a la noticia del whatsapp, a la comunicación del e-mail. Son un buen motivo para que la mirada se detenga, ventana abierta a la Naturaleza. No suele haber gente en sus fotografías. Sí agua, árboles, rocas, flores, luz… ‘Vislumbres’, dice el diccionario de la RAE en su primera acepción: “reflejo de la luz o tenue resplandor, por la distancia de ella”. Y en la segunda: “conjetura, sospecha o indicio”. Reflejos hay muchos, en estas imágenes. E indicios: de vida vegetal, mineral, acuática… Me dejo llevar porque en todas ellas los indicios son eso: rastros de vida. Sé, porque estoy acostumbrada a verlas y porque alguna vez se lo he oído contar al fotógrafo, que no hay demasiadas complicaciones técnicas a la hora de captar estos instantes. No hay demasiados elementos más allá de un objetivo usual y el ojo del que aprieta el disparador. Porque la fotografía de Luis Marigómez, como a menudo su escritura, solo pretende ponernos delante de los ojos aquello que se escaparía a nuestra mirada por falta de atención. Pero nos rodea. Objetivo y proceso pueden parecer sencillos, pero no lo son tanto. Hace falta una buena relación con la cámara. Saber dónde colocarla, saber elegir el momento. El fotógrafo y su cámara requieren de años de complicidad. De conocimiento mutuo. Nada de pedirle al aparato lo que no puede darnos y, a cambio, el regalo de la borrachera de color que esconde una flor si nos acercamos lo suficiente o el reflejo dorado de un remolino acuático que de lejos se diría turbio, o el verde intenso que aún ofrece una tierra castigada por la sequía. Cuestión de distancias, pero también de oportunidad. De educar la mirada.

El tópico nos dice que la fotografía detiene el instante, fija el movimiento. Sí también lo secuencia y en esto hubo grandes maestros. Pero no. ¿Qué muestran estos ‘vislumbres’? Creo que Luis Marigómez fotografía el temblor. No lo paraliza. No lo detiene. Mirar fijamente a sus imágenes es descubrir ese movimiento. La breve transición en una frecuencia.

La belleza de estas imágenes no es, claro está, la de las postales, no hay aquí reclamos turísticos. Es una belleza más radical, rotunda, como el objeto fotografiado. Y lo que nos dicen es que la primera abstracción se dio, se da, en la Naturaleza. Que la vanguardia en esto no inventó: solo miró despacio, para encontrar la geometría, el sustrato. Despacio hay que mirar para pintar-plasmar esta estética y lúcida indefinición.

Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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