A PROPÓSITO DE ‘HOTEL TITO’, DE IVANA BODROZIC
Cuando Ivana Bodrozic (Vukovar, 1982) comenzó a escribir fragmentos sobre recuerdos de su infancia, imágenes o pensamientos de sus años previos a la adolescencia no creía estar componiendo una novela. Pero llegó un momento en que se dio cuenta de que la tenía. Su primera incursión en la narrativa, ‘Hotel Tito’ en su edición española, ‘Hotel Zagorje’ en la original, le valió numerosos premios tanto en su país natal, Croacia, como en otros países europeos, entre ellos el Prix Ulysse a la mejor primera novela. Hasta entonces solo había publicado un libro de poemas, ‘El primer paso hacia la oscuridad’. Ahora, cuando esa opera prima se ha traducido en España por primera vez y ha visto la luz de la mano del sello Menoscuarto, su autora ha publicado ya tres novelas y cuatro poemarios así como relatos y un ensayo. ‘Hotel Tito’ es su obra más reconocida fuera de su país.
Aunque ella subraya en las entrevistas que se trata de una novela, el relato contiene un gran peso biográfico. Como la protagonista, ella tenía nueve años cuando comenzó la guerra de Independencia de Croacia en el contexto de la guerra de los Balcanes. Como ella, había nacido y vivía en Vukovar cuando fue llevada junto a su hermano a un campo de vacaciones para alejarla de los primeros compases de la contienda. Como le ocurre a la niña del relato, cuando Ivana vuelve a su ciudad su vida ha cambiado por completo. Su padre, aunque en ese momento y aún hoy figura como ‘desaparecido’, fue asesinado en la masacre de Vukovar, su casa arrasada y, junto a su madre y su hermano, pasó a engrosar las filas de desplazados en las proximidades de Zagreb. En lo que fue una antigua residencia vacacional de la vieja Yugoslavia, el Hotel Tito del título, les instalaron en la habitación donde pasaron los siete años de la guerra mientras caían en el olvido las peticiones de una casa a la que tenían derecho.
La guerra vista desde los ojos de una niña es siempre una mirada en la que se mezclan los interrogantes propios del crecimiento con los que plantea una situación tan trágica; es al tiempo una mirada cotidiana: esa manera que tienen los niños de adaptarse al horror agarrándose a la precaria rutina que acaba por imponerse aún en las circunstancias más difíciles y al instinto de supervivencia. Ivana va al colegio con otros niños desplazados, asiste a la desesperación de su madre, tiene amigas con las que compartirá las turbulencias de la adolescencia, las incertidumbres del primer enamoramiento, combatirá los prejuicios en las miradas ajenas, cambiará la escuela por el liceo…
La autora relata esta historia de maduración en guerra con un lenguaje preciso, sin sentimentalismos, a veces con la frialdad de una niña que no entiende el mundo en el que está creciendo. Y no elude la ternura de un momento de acercamiento madre e hija, del recuerdo de algún momento con su padre, de la primera vez que vio llorar a su madre; o de dureza, como cuando la protagonista imagina, siente casi en su piel, cómo habrá sido la muerte de su padre a manos del enemigo. Hay un momento casi poético cuando describe la blancura de las paredes de la casa en la que por fin podrán habitar los tres.
Las guerras no acaban, ni siquiera cuando se firma la paz. Son una plaga resistente, a menudo atizada aquí o allá por intereses espurios. Pienso en todos los niños ucranianos que se sentirían ahora hermanos de la niña Ivana si pudieran leer su experiencia. Nosotros podemos leer este bello y al tiempo duro relato que ojalá fuera también una vacuna contra la mayor irracionalidad del ser humano.
Hotel Tito
Ivana Bodrozic
Traducción de Luisa Fernanda Garrido y
Thomir Pistelek
Menoscuarto ediciones
204 páginas. 17,90 €
ISBN 978-84-15740-84-1