‘EN NOMBRE DE LA TIERRA’, UNA HISTORIA MIL VECES CONTADA.
‘SALA DE PROFESORES’ DE LO MEJOR VISTO HASTA AHORA EN SECCIÓN OFICIAL
La cineasta polaca Dorota Kobiela y el británico Hugh Welchman vuelve a unir sus fuerzas tras el éxito de su primera obra conjunta, ‘Loving Vincent’, sobre la vida y muerte del pintor neerlandés Vincent Van Gogh. La técnica usada para esa primera aventura, lo que se ha venido en llamar ‘animación con pintura’, fue el principal ingrediente de un éxito que los llevó a una nominación a los Oscar, un premio del Cine Europeo y un inusual éxito de taquilla. Ahora vuelven a repetir experiencia con The Peasants (‘Los campesinos’) que aquí se ha titulado como ‘En nombre de la tierra’. Se trata de una adaptación (una de las muchas adaptaciones literarias que este año pueblan todas las secciones del Festival) de una novela del premio Nobel polaco Wladyslaw Reymont, que fue seleccionada en el pasado Festival de Toronto.
La animación con pinturas vuelve a ser la técnica elegida, en la que se mezclan flashes con los actores de carne y hueso, y una vez más la belleza de las imágenes es incontestable. Como en la anterior ocasión, más de noventa pintores han trabajado en estudios de Polonia, Lituania, Ucrania y Serbia para realizar las reproducciones de las obras de artistas polacos que sirven de fondo a la acción del relato.
Este nos lleva a una comunidad campesina en la Polonia de finales del siglo XIX. Una comunidad arraigada en las tradiciones, donde salirse de la norma tiene su precio. Los campesinos se observan y controlan, se envidian y aparentemente se apoyan y, en general, responden al aserto de pueblo pequeño infierno grande. En este contexto de patriarcado, machismo y sumisión femenina, la joven y bella Jagna, cuya belleza es un castigo por las envidias que despierta en las otras mujeres y el deseo mal disimulado que dispara en los hombres, aspira a una vida más ancha y libre que la que puede ofrecerle el pueblo. A pesar de estar enamorada de un campesino casado que le corresponde, las circunstancias y la presión de su madre la obligan a casarse con el padre de éste un hombre mayo viudo acostumbrado a mandar.
La historia de machismo, violencia, adulterio, herencias turbulentas… mil veces contada no aporta nada nuevo. El valor de la película reside en la belleza de la realización. Está dividida en las cuatro estaciones del año que van ofreciendo un festín para la vista y son el marco en el que los acontecimientos se van precipitando en contra de la ‘rebelde’ Jagna, que se verá sometida al escarnio de la comunidad. La pregunta es si tan loable ejercicio estético puede mantener el interés de la película. Mi respuesta es que no es suficiente para sostener tan complejo entramado artístico.
SALA DE PROFESORES
Mucha más enjundia encierra uno de los dos filmes matinales proyectados ayer en los pases de prensa de la Sección Oficial. ‘Sala de profesores’ aborda con valentía el espinoso asunto de la educación de preadolescentes en un mundo global y multirracial. Y lo hace tratando de huir tanto de maniqueísmos como de directrices de lo políticamente correcto. Empeño difícil del que el director alemán Ílke Catak, hijo de inmigrantes turcos, sale airoso. Una profesora muy vocacional e idealista intenta defender a sus alumnos de las rígidas reglas del centro de secundaria en el que imparte clases de Matemáticas y Educación Física cuando una serie de robos hacen recaer las sospechas en uno de sus estudiantes. Al tratar de investigar por su cuenta el asunto, precipita una serie de tensiones que la acabarán enfrentando tanto a la comunidad estudiantil como a los colegas del centro. El aforismo latino Summum ius, suma injuria viene al pelo de este drama contado con tono de thriller, enérgico y visualmente impecable, que consigue mantener la tensión hasta el final, algo que conseguiría incluso sin la ayuda de una banda sonora un tanto redundante. Entre sus activos la estupenda interpretación de Leonie Benesch. De lo mejor de lo proyectado hasta ahora en esta más bien justita Sección Oficial.
El filme, cuarto largometraje de su director, representará a Alemania en los premios Oscar.
SEXO, ALCOHOL Y POCO MÁS
Lo que no esperaba en esta Sección Oficial de Seminci era una inmersión virtual gratuita en Magaluz. Quien dice Magaluz dice Malia, Grecia. Bueno, más o menos. Molly Manning Walker nos cuenta en su opera prima el viaje de vacaciones de tres estudiantes cuya única finalidad es emborracharse, bailar (o lo que sea), y tener sexo. Sin solución de continuidad. El asunto es que, para tan endeble argumento, y para mostrar que el alcohol puede provocar sexo duro y relaciones no deseadas, algo que muestran los telediarios casi a diario, ¿era necesario un largo? Sorprende la presencia de este film en la Sección Oficial del Festival. Y por si fuera la proyección en el Calderón adoleció de algo que empieza a ser triste costumbre en las salas de cine: el sonido atronador. Llévense tapones, si se arriesgan. Por cierto, una parte del público aplaudió y yo me acordé de Rafael el Gallo. Será la edad.
ARTIFICIOSA VACUIDAD
Por último, me pregunto qué ha hecho Henry James para que despierte en los cineastas tanta artificiosidad vacía. Segunda adaptación de ‘The beast in the jungle’ y segunda decepción. La propuesta de Bertrand Bonello resulta aún más tediosa que la de Patric Chiha programada en Alquimias. 146 minutos de metraje de los que apenas se sostiene la primera media hora. El resto parece una larga serie de ocurrencias de diseño. Todo muy cool pero muy inconsistente.