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EN LA OSCURIDAD DE LA NOCHE CLANDESTINA

‘CRITICAL ZONE’, UN VIAJE EN EL QUE ALÍ AHMADZADEH MUESTRA SU REBELDÍA EN UNA SOCIEDAD MARCADA POR LA CENSURA

Dice el director iraní Alí Ahmadzadeh que posiblemente ‘Critical Zone’ será la última película que pueda rodar, al menos en su país, debido al régimen represor de la república islámica. El director, que con este film ganó el Leopardo de Oro en el Festival de Locarno y que sabe lo que es no poder acudir a festivales por la prohibición de su gobierno o sufrir detenciones a causa de su cine, participó el martes en el coloquio posterior a la proyección de su película en la sección Alquimias. Sus problemas con la censura no pueden pillar de sorpresa en un certamen que como definió su nuevo jefe de programación, Javier Estrada, es la casa del cine iraní más arriesgado. Aquí aprendimos a amar a Kiarostami, a Panahi, a Farhadi…

La presencia de Ahmadzadeh sirvió para poner en contexto (más allá de lo ya sabido) una historia que protagoniza el personaje de Ali, un pequeño traficante de drogas al que seguimos en sus andanzas nocturnas. Este héroe/villano, samaritano/ delincuente que va repartiendo droga a cambio de dinero o a cambio de nada es el protagonista el 95% de los planos del film. Tierno o violento, empático o lobo solitario, el director nos invita a decidir qué porcentaje de los extremos de su personalidad es la que impera en este camello al que seguimos en una noche por sus habituales y arriesgados trapicheos. Por su coche desfilan la amiga que quiere dejar el país, una alocada azafata de vuelo adicta a la cocaína, o una madre agobiada por las adicciones de su hijo. En ese ir y venir de los personajes secundarios recordamos sus referentes locales, en particular a Panahi. Una de las secuencias más impactantes del film sucede en una residencia de ancianos donde, con ayuda de una enfermera, Ali suministra pequeños dulces, que él mismo ha confeccionado añadiendo pequeñas cantidades de droga, a algunos internos sin que medie consentimiento alguno para aliviar su sufrimiento. ¿O para acelerar su muerte? Disyuntiva que el mismo director dejó abierta durante el coloquio.

Detrás de ‘Critical zone’ descubrimos a un director poderoso, constructor de planos que imantan la mirada, que maneja la nocturnidad del filme con esa luz desvaída que simboliza la turbiedad vital a la que se ven obligados los iraníes. No hay luz que dé tregua ya desde el inicio en esa red de túneles en los que arranca la acción.

En la necesidad de rebeldía de unos seres que viven bajo el yugo de la dictadura asienta Ahmadzadeh el reconocimiento de los excesos que contiene su tercer largometraje, tras ‘Kami’s Party’ y ‘Atomic Heart’. Y efectivamente aquí residen las debilidades de la obra, que hubiera merecido unos cuantos retoques de guión. Sería interesante no obstante saber por dónde podría consolidar su carrera este cineasta. Sería deseable que no se cumplieran sus propios augurios.

MUSIK: LOS EXCESOS DE LA PARTITURA

Y hablando de excesos… De vuelta a la Sección Oficial, la primera sesión matinal del miércoles nos trajo una interesante propuesta de la consagrada directora alemana Angela Schanelec, Musik, con la que ganó el Oso de Plata al mejor guion en el Festival de Berlín. ´Schanelec pide de entrada complicidad para acompañarla en su demorado ejercicio de estilo. Figuras estáticas a la manera del teatro griego, largas miradas, profundos silencios, encuadres fijos, la cámara detiene cada paso de la historia: la de un niño adoptado que crecerá en el amor a la música, que vivirá una relación con una funcionaria de prisiones a la que conoce durante un periodo de encarcelamiento, que atravesará las pérdidas y las recompensas de la vida mientras su vista se va debilitando. El problema es que la película acaba naufragando en lo mismo que la hace atractiva al principio: el exceso de artificio. Y la música maravillosa no redime este hundimiento. No siempre conviene dejar tan alejado al espectador.

Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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