De la Patagonia más hostil a la guerra entre Irán e Irak de fondo, la nueva sección del Festival cierra un interesante recorrido

La Patagonia más hostil le sirve al director argentino Francisco J. Paparella para narrar una historia de violencia, aislamiento e incomunicación a través de las obsesiones de tres hermanos cuya brutalidad, unida a su incapacidad para gestionar sus emociones y aliviar sus traumas, compone un relato macabro sin un momento de respiro y cero concesiones. El film, que ganó el Gran Premio del Jurado en el festival de Mar del Plata, ha sido comparado con ‘As bestas’, la galardonada película de Rodrigo Sorogoyen, comparación que se antoja un poco traída por los pelos, salvo en ese retrato descarnado de la masculinidad más tóxica sobre la que Paparella alertaba ayer en Valladolid, al tiempo que subrayaba la necesidad de mostrarla al espectador.

Desde luego no ahorra elementos para hacerlo. Desde la secuencia inicial de la caza del jabalí contemplamos unas vidas dominadas por el odio, la ira, la adicción, los traumas sexuales… en medio de una naturaleza salvaje que castiga con incendios e inundaciones a sus curtidos pobladores.

A pesar de lo cruento de la historia hay que agradecer al director la frialdad con la que está contada. Frialdad a la que contribuye una fotografía dominada por la niebla; la luz a ratos azulada a ratos grisácea, pocas veces liberadora que encaja en el paisaje de lodo y ceniza que embarra todo. Esa frialdad permite al espectador permanecer a una cierta distancia del relato, casi anestesiado por la falta de respiro. El riesgo que corre por otro lado es alejarle tanto que  importe poco lo que les ocurra a estos seres a los que sólo se les ve un rapto de empatía con sus animales y apenas un gramo de empatía con las mujeres que los rodean (afortunadamente no muy cerca). Nada que no hayamos visto en otras latitudes.

La película la firma un director con talento llamado a mejores empresas que con ‘Tres hermanos’ finaliza la segunda entrega de la trilogía ‘El río’, ambientada en el paisaje que es su casa.

EN GUERRA

Una historia muy distinta es la que plantea la directora iraní Sepideh Farsi en su primera incursión en el largometraje de animación, tras varias obras tanto en el campo del documental como de la ficción. Farsi, que, como otros realizadores iraníes, vive exiliada en Francia y tiene prohibida la entrada en su país, nos traslada al comienzo de la guerra entre Irán e Irak. Los ojos de Omid el adolescente que decide no escapar para cuidar de su abuelo y buscar a su hermano son los ojos de tantos niños y adolescentes cuyas vidas truncadas nos interrogan desde las fotografías y reportajes del mundo en guerra. Niños y adolescentes obligados a madurar antes de tiempo. Lástima tener que volver a utilizar los adjetivos ‘actual’ y ‘necesaria’ en estas crónicas. La película que abrió la sección Panorama de la Berlinale sería de obligada visión entre los jóvenes.