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Seminci. Toma V: …Y los Dardenne volvieron a casa

SOBRE ‘RECIÉN NACIDAS’, ‘SORRY, BABY’ Y  ‘SILENT FRIEND’ 

 

…Y los Dardenne volvieron a casa. Y es que Seminci lo es para estos directores belgas de alguna manera. El Festival de Valladolid los sigue desde aquel ya lejano año 1996 en que se llevaron la Espiga de Oro con su película ‘La promesa’.  Después llegarían otros títulos fundamentales en su filmografía: ‘Rosseta’, ‘El hijo,’ ‘El niño’, ‘El niño de la bicicleta’, ‘Dos días y una noche’… Su último filme, ‘Recién nacidas’ también ocupa su lugar en esta 70 edición de Seminci.

Jean-Pierre  y Luc Dardenne siguen en forma. Siguen haciendo eso tan difícil a veces de filmar: cine social, comprometido con los problemas de su tiempo, sin que se resienta el arte, sin que se asomen siquiera al panfleto. Tan solo con las armas de un guion honesto bien trabajado y una cámara que destila verdad. En ‘Recién nacidas’ abordan el tema de la maternidad adolescente en contextos de precariedad social, fundamentalmente por la pobreza pero también en el contexto de las adicciones y malos tratos.

Cinco historias, cinco madres adolescentes en un centro de acogida de Lieja donde intentan darles un futuro a ellas y a sus bebés. La sensibilidad, la huida del maniqueísmo, la distancia con cualquier tentación de discurso demagógico, permiten al espectador acompañar a estas jóvenes en sus miedos, en sus dudas, en la voluntad de hacerse un ueco en una sociedad que no es un lugar seguro para ellas. Película coral en la que destaca la mano de dos grandes del cine europeo.

También dejó buen sabor de boca ‘Sorry baby’, la opera prima de la guionista, actriz y ahora directora Eva Víctor, nacida en París, criada en San Francisco y residente en Los Ángeles, que escribe, dirige y protagoniza esta historia acerca del trauma que deja en la vida del que lo sufere un abuso sexual. La protagonista es profesora en una universidad de Nueva Inglaterra y no parece muy consciente de la herida que arrastra desde que su tutor abusó de ella en esa misma universidad. Eva Víctor plantea el caso sin aspavientos, huyendo del dramatismo, siguiendo la vida de Agnes, su relación con una amiga de la carrera, la única que conoce su trauma, y con el resto de las personas que acompañan su vida. Una forma distinta de aproximarse al tema que incluye momentos de humor, una faceta –los vídeos de humor– por la que también es muy conocida la directora.

¿Se puede hacer película con un árbol como protagonista, que dure 147 minutos y q ue mantenga el interés del espectador? Se puede. O al menos puede la cineasta húngara Ildikó Enyedi que viene al Festival con su sexto largometraje, ‘The Silent friend’. Enyedi sabe lo que es ganar la Cámara de Oro en Cannes con su primer largo, ‘My twentieth century’, el Oso de Oro en Berlín por ‘En cuerpo y alma’, film que le valió también la nominación al Oscar. Esta vez nos hace mirar el mundo de las plantas a través de la silenciosa existencia de un ginkgo, ese árbol prehistórico cuyas hojas son de por sí un canto a la belleza. El ejemplar que atraviesa tres épocas del film está situado en el jardín de una universidad medieval en Alemania. Allí acompañaremos a un neurocientífico que queda atrapado por la pandemia del covid y vive ese periodo con la única presencia del guarda de la universidad; a la primera mujer que en 1908 fue admitida como estudiante entre sus muros y a un joven futuro filólogo que en 1972 cambia su percepción de la naturaleza gracias a un geranio que estudia una compañera, estudiante de ciencias.

A la sombra protectora del ginkgo Enyedi construye imágenes de enorme potencia, visualmente muy atractivas, e inevitablemente nos hace preguntarnos sobre nuestra relación con la naturaleza. Los saltos temporales componen un caleidoscopio cuyos fragmentos se apoyan unos a otros, hasta hacer poco visible que la historia menos atractiva que es la que sucede en el siglo XX. Con todo, es un disfrute de película.

 

Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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