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Seminci. Toma VI: David Trueba por David Trueba

SOBRE ‘SIEMPRE ES INVIERNO’ Y ‘ORPHAN’… Y ESPERADO EL PALMARÉS

 

Es bueno que el cine nos dé un respiro. Es más, si hubiera sido responsable de la programación de las matinales del Calderón en Sección Oficial hubiera invertido el orden de las películas de la última jornada . Así nos hubiéramos ido a comer –tarde, claro, con los metrajes no se puede– con un buen sabor de boca, pero nos fuimos con la dureza de ‘Orphan’, del húngaro Lâszlo Nemes (Budapest, 1977). Hablábamos en una de estas crónicas de las consecuencias extendidas en el tiempo de todas las guerras. El protagonista de ‘Orphan’, un niño judío llamado Andor, nace al término de la II Guerra Mundial, pasa sus primeros años en un orfanato y a los cuatro vuelve con su madre. La película arranca en 1957, en la capital húngara, cuatro meses después del fallido levantamiento contra el régimen comunista. Andor no ha conocido a su padre del que no se sabe su paradero, aunque se sospecha que puede estar muerto o en un campo de concentración. Él lo ha idealizado, pero su vida ya de por sí dura se volverá una pesadilla con la llegada de un hombre autoritario y violento que pretende recuperar la relación que tuvo con su madre y, de paso, ocupar el lugar del padre. Andor, al que la vida le ha enseñado su lado más oscuro, muestra esa misma oscuridad en la mirada. Y luchará con todas sus armas contra ese destino.

Nemes no cierra todas las incógnitas que plantea el origen de Andor ni la situación de sus padres. Se centra en la búsqueda de su protagonista, un excelente Bojtorján Barabás, a quien sigue de cerca en los 132 minutos de metraje. Reconocido por títulos como ‘El hijo de Saúl’ o ‘Atardecer’, ‘Orphan’ no llega a la redondez de las anteriores, desde mi punto de vista, si bien se revela como una muestra más del horror de unas vidas destrozadas por la barbarie de quienes toman las riendas del poder de manera abusiva sea en el ámbito público o privado.

El respiro lo puso de nuevo David Trueba, ese inquieto creador que lo mismo escribe con palabras que con imágenes. En esta ocasión se versiona a sí mismo. La película que cerrará en la gala de clausura la Sección Oficial de este año, ‘Siempre es invierno’, es el trasunto cinematográfico de su novela ‘Blitz’, publicada en 2015. Si algo sabe hacer Trueba es elegir a los protagonistas de sus films y aquí no ha podido elegir mejor. David Verdaguer (dos Goyas en su haber por las interpretaciones en ‘Verano 1993’ y ‘Saben aquell’, espléndido en su interpretación del humorista Eugenio) es el perfecto Miguel de la historia, un joven y poco exitoso arquitecto al que acaba de dejar su novia y que en su deambular por Lieja, a donde ha acudido para participar en un congreso, acabará teniendo una relación con una mujer mucho mayor que él (una estupenda Isabelle Renauld).

David Trueba tiene un don para contar estas historias sencillas y complicadas como la vida, sin olvidar lo importante que es la distancia con uno mismo –en este caso con sus personajes, aunque se diría que es el espejo de su saber ponerse él mismo en la distancia adecuada para hacer el trabajo– y el humor. Decía Serrat que a veces la vida nos besa en la boca y otras nos deja chupando un pavo sentados en una calabaza. La sabiduría consiste en aprovechar los primeros y dejar que pasen los segundos respirando profundamente. Trueba consigue la complicidad del elenco para mostrar un relato que con todas sus arista lo deja botando en la mente del espectador.

A LA ESPERA DEL PALMARÉS

… Y llega ese momento anual de quinielas, favoritos y demás suspenses que con la experiencia que nos asiste, muchas semincis a la espalda, sabemos que sirven de muy poco. Sobre todo cuando la Sección Oficial ha mantenido un nivel muy notable pero no ha dado ese film deslumbrante ante el que no quepan dudas. Pero esto no es más que una opinión y si algo se pone de manifiesto en un festival con tantas propuestas y tantos espectadores –que, por cierto, han dado una vez más su respaldo al certamen llenando salas y sesiones por más intempestivas a priori que parecieran, sobre todo por la longitud de las mismas– es el modo dispar con el que cada cual las recibe. Resulta aleccionador en este sentido comprobarlo tanto entre la crítica especializada como entre el espectador aficionado sin más.

Si yo tuviera que decir, teniendo en cuenta que alguna no he podido ver, las que se me han quedado en la cabeza dentro de la Sección Oficial, hablaría de ‘La chica zurda’, ‘Silent friend’ o ‘Tres adioses’, salvando la maestría de Bi Gan en ‘Resurrección’ o la excelente factura de ‘Dos fiscales’. No me olvido de los magníficos Dardenne ni de ‘Sorry baby’. Pero aquí, lo único cierto es que el mando lo tiene el jurado. O sea, ya se verá.

Por cierto, nos vemos en el cine. ¿Dónde están el resto del año todos esos espectadores que desaparecen o al menos disminuyen notablemente en cuanto el festival se cierra?

Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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