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Cemento versus ideas

(Publicado en la edición impresa de El Norte de Castilla del 13 de diciembre del 2007)

Vuelvo a la exposición sobre la historia de la Galería Buades en el Patio Herreriano. Es una más que interesante exposición. Los cuadros, las esculturas, las fotografías y las publicaciones que se muestran en las vitrinas son una pequeña prueba de que durante las décadas de los años setenta y ochenta y aún después se vivieron momentos efervescentes en el arte español. Como en tantas otras cosas, todo estaba por hacer y había gente con ganas de hacerlo, muchas veces con más intuición que seguridad, con más entusiasmo que conocimiento. Si se miran detenidamente las fotos, los programas, las obras en la pared, saltan la vitalidad, las preguntas, los caminos –a veces equivocados o ingenuos– las tentativas, los aciertos y los tropiezos, la diversión, la alegría de vivir.

Algunas de las obras que forman parte de la exposición las hemos ido viendo en los sucesivos montajes de la colección permanente del Museo. Y ahora parecen distintas, en el contexto de una experiencia común. Y hay obras espléndidas como la de Adolf Schlosser que adorna de nuevo la capilla. Siempre pensé, desde aquella primera exposición de la colección permanente que abrió el Museo, que parecía hecha a propósito para ese espacio.

Es domingo por la mañana del puente de la Inmaculada. En la ciudad ha habido movimiento de turistas. Valladolid vive ya ese ambiente pre-navideño que echa a la gente a la calle, que abarrota el centro en las horas punta. Pero en el Museo el silencio es total. Pienso en las bulliciosas inauguraciones de la galería que se adivinan en las imágenes expuestas en sus paredes y el contraste con este silencio que sólo rompen las notas de las ‘Gimnopedias’ de Eric Satie que son la banda sonora de un vídeo sobre la historia de Buades que se proyecta en una de las salas.

La soledad es buena para contemplar el arte, pienso egoístamente. Nada te distrae. Te puedes dejar llevar por las imágenes. Incluso sentarte a leer en una de las maravillosa galerías. Al fin nadie va a molestarte. Pienso en que a estas horas los grandes museos nacionales estarán abarrotados y será imposible contemplar un cuadro con calma.

Pero, incluso en un museo, (mis lugares ‘seguros’, mis lugares-refugio) cuando la soledad es tan clamorosa llega a pesar. Pesa incluso en la mirada de alguna vigilancia. Recorro sala tras sala durante una hora y sólo me cruzo con cuatro personas distintas en mi camino. Las he contado por curiosidad. (Es como cuando voy al cine y si hay poca gente cuento las butacas ocupadas. Debo de tener una vocación estadística oculta).

Pienso en la gente que no está y en lo que se podría hacer al respecto. Pero la ciudad, quienes la gobiernan, prefieren invertir en cemento que en ideas. Estrenamos flamantes espacios de cemento y muy pocos espacios de ideas

Y esto es demasiado valioso como para que no se disfrute. ‘Happenings’ aparte, claro está

Sobre el autor

Más que un oficio, el periodismo cultural es una forma de vida. La llevo ejerciendo desde que terminé la carrera. Hace de eso algún tiempo. Me recuerdo leyendo y escribiendo desde que tengo uso de razón. La lectura es mi vocación; la escritura, una necesidad. La Cultura, una forma de estar en el mundo. Dejo poemas a medio escribir en el bolso y en todos los armarios.


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