Para mí al menos la gran mentira. Esas que son el milagro y que parece ser pierdes hasta tres, o cuatro kilos por semana. Ahora hay una que causa furor, pero nada recomendable, según los expertos.
Estamos en primavera y no porque lo digan los grandes almacenes, hay que ponerse el body a tono, así, por mandato casi divino.
Ese cuerpo que durante el Otoño-Invierno, dejamos que se relaje, total, las cazadoras y abrigos tapan todo aunque el michelín siga ahí, pero no se ve en el exterior, así nos va, de cara al exterior.
Pero esto amigos blogueros/blogueras, no es así, desde luego no pretendo sentar cátedra, sólo hablo desde mi experiencia, desde el desengaño y la contradicción.
Gimnasio para sudar la gota gorda, caminatas imposibles, medio comer, esto es lo que hay y lo se repite cada año.
Cuando llega Septiembre, dejamos el gimnasio, las caminatas, y la dieta nos las saltamos a la torera.
La playa, el bañador, el bikini, la celulitis, la flacidez, o sea, lo que toca a la luz de la playa, piscina, o ropa escasa, menos a las grandes divas o menos grandes, que nada de nada, siguen teniendo un cuerpo de treinta en esa edad de setenta, y no, no exagero. El fotoshop, hace lo demás para salir en las revistas del cuore.
Ahora ya ni siquiera hay que ir a caminar hasta la extenuación, no, ahora te meten en un aparato que directamente quita volumen y te ahorras ese paseo que no apetece, encima relaja… manda narices, presoterapia se llama.
Os cuento:
Cuando tuve a mi hijo con una edad, digamos, ya madurita, me quedé echa una bolita, que ojalá hubiera sido de nieve, más que nada porque se hubiera desecho por si misma por el calor, pero no, el espejo y mi ropa me decía que si me ponía en cuesta abajo rodaba sin más ayuda que mi cuerpo.
Y decidí adelgazar, por estética y por mi salud todo sea dicho, pero más ganó la estética en la batalla, tendré que ser sincera, ya puesta a contar…
Adelgacé doce kilos, llevé un control, no pasé hambre, pero lo llevé a rajatabla (a medias), porque los fines de semana que me lo pasaba un poco por el arco del triunfo, vermut y tal y tal…o sea de lunes a viernes, perfecto.
Nunca más volví a coger esos kilos indecentes que me sobraban, porque el niño sale a los nueve meses, pero lo demás se queda, esto es un hecho, desde entonces decidí que yo misma debía de controlar, y será por controlar ;)
Pero hay una cosa clara, en formol, más bien no podemos conservarnos, sólo con el equilibrio, aunque alguna vez nos deslicemos por el precipicio y ese equilibrio se vaya al carajo.
Luego al cabo de los años, por eso del precipicio, pasó que me sobraban tres kilos de nada, y los bajé, entré en un vestido imposible en una boda ¿y lo guapa que estaba?, bueno aquí tendría que decir eso de, tonterías las justas, como justo era el vestido, tontería la mía, y grande el placer efímero de justo ese día.
Por cierto, esa preciosidad ahora está colgada sin posibilidad de momento, de que baje de la percha.
Bueno, a lo que voy, después de contaros que mi vida dependía de una báscula, y de alguna manera sigue dependiendo, porque vigilo muy mucho pasarme, pero digamos que tengo un límite para no llegar a la obsesión, voy a la otra cara de la moneda:
Tengo amigas que están pasando por lo mismo, les digo mi experiencia, que al final no sé si es buena o mala pero es la mía, milagros no existen, la alimentación equilibrada es lo que hace el milagro, no con tanta rapidez, pero mucho más eficaz.
Y todo esto que estoy contando al límite de lo más superficial, viene un poco al recordar a una gran amiga que está enredada solidariamente en una asociación de Anorexia y Bulimia, contrastes terribles en un solo problema, la comida y el todo o nada, o sea el equilibrio otra vez.
Por eso pienso en esas dietas estúpidas, cuando hay otro lado lacerante, que no es estética, es una enfermedad, el espejo es su peor enemigo, y se dejan hasta la vida en ello, la consecuencia es terrible para la familia que lo vive, y para ellos mismos, aunque no se den cuenta, se dejan morir sin más.
Y resulta que hacemos régimen, y resulta que cuidamos que nuestro cuerpo esté divino, y resulta que otros ni siquiera tienen espejo, otros ni siquiera tienen qué comer, aquí ya se me he puesto en plan trascendente, lo siento, pero es algo que no sabemos ver cuándo, lo de más son los kilos, y lo de menos por desgracia, esas otras realidades por las que he pasado sólo de puntillas.
Ya me enredé como las persianas. :(
Saludos blogueros.