Nunca me ha preocupado cumplir años, soy consciente de que el reloj nunca va para atrás, así que, ¿para qué preocuparse?
Hoy cumplo años, permitirme un pequeño gesto de coquetería para no deciros cuantos me caen, los suficientes para ser adulta, para haber vivido mucho bueno y también menos bueno pero siempre vivido que es lo importante.
Siempre me pareció absurdo quitarse años, hacerse lifting, aun respetando muy mucho a quien decida estar más tiempo “jovencita”.
Hay días que casi me pego con ese espejo que me devuelve a una persona madura, pero dura poco la pelea porque el espejo, esa prueba del algodón, no engaña jamás.
Pero las mujeres tenemos esos trucos para salir de casa con otra cara esa recién lavá, recién peiná y recién pintá, que esto último es importante.
Me conformo con seguir siendo como soy aunque el paso del tiempo va limando alguna cosa, amiga de mis amigos, maternal por el amor de mis hijos ya creciditos pero siempre ahí, ellos son mi orgullo de madre, ha pasado mucho tiempo desde que había que protegerlos, reír con ellos, hacer que sus caídas físicas o emocionales, fueran menos dolorosas, en fin, esas experiencias que todas las madres conocemos.
He querido compartir con vosotros mi cumple, porque de alguna manera estáis ahí aunque sea virtualmente, y creo que los blogueros y los que opinan en las entradas somos un poco como una familia, leer las opiniones de otros enseña y mucho al menos a esta bloguera o remedo de bloguera – no siempre consigo escribir como quiero- hay días que las líneas rectas se hacen curvas.
Y hoy es un día cualquiera, otro día más en hay que levantarse, vivir, compartir, reír o quizá llorar porque a veces las penas son poco respetuosas con los días especiales.
Y con un reloj que hace que pasemos por la vida viviendo sus horas, apurando sus minutos o segundos os dejo por hoy, deseándoos lo mejor a todos.
Saludos blogueros.