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Esperanza Ortega

Las cosas como son

Tomás de Aquino, el hombre que sabía demasiado

Tomás de Aquino: El hombre que sabía demasiado

El jueves pasado, día de Santo Tomás, me acordaba yo de la época en que todavía el santo de Aquino era el patrón del Bachillerato en la enseñanza pública, hace no tanto tiempo. En los colegios privados celebraban el día del santo fundador de cada cual, pero nosotros teníamos por patrón al sobrino de Federico Barbarroja, memorión y sabelotodo, niño prodigio y profesor eminente de la Sorbona. Y precisamente ahora, cuando tanto preocupa el descenso de la calidad educativa, prescinden de quien tanto caviló sobre el descenso del entendimiento. Ahora nos corresponde a los profesores de Bachillerato el “Día del docente”–¡oh, qué palabra almibarada y antipática esa de docente!- El Día del docente ni siquiera tiene fecha fija, ya que nada conmemora, y su celebración consiste en suspender las clases, pues se considera que lo único que desean profesores y alumnos es perderse de vista. Pero los que estudiamos a Tomás de Aquino aprendimos a preguntarnos sobre las causas de los hechos y, siguiendo con su actitud inquisitiva, yo me pregunto ahora: ¿cuál será la causa primera de esta animadversión de las administraciones por Santo Tomás? ¿Qué será, será..?, ¿será porque los padres, tan decisivos hoy en la comunidad educativa, no se sienten identificados con la madre de santo Tomás, que puso todas las trabas posibles para impedirle que estudiara?, ¿qué será, será…?, ¿será porque el santo, obeso y silencioso, no casa con el modelo de estudiante actual, deportista y participativo? Es verdad que no le veo en una de esas series televisivas que tienen a supuestos estudiantes como protagonistas. No sé si sabrán que a Tomás de Aquino algunos de sus compañeros le llamaban “el buey mudo”, y a su paso mugían para hacerle burla. Sin duda hoy los más cretinos, ese 0’001 por ciento cuya actividad central en la vida es colgar fotografías en you tu, le hubiera dedicado sus comentarios despectivos. A ellos les hubiera contestado San Alberto Magno, su profesor, como lo hizo entonces: “Sí, llamadle el buey mudo; pero sabed que los mugidos de este buey serán escuchados por el mundo entero”. Y sigo preguntándome por la causa primera de que los rebuznos de los burros de hoy hayan ensordecido sus sabios mugidos: ¿Qué será, será…?, ¿será porque el santo que disfrutaba de verdad estudiando tampoco es el modelo de la cultura mentecata del sacrificio que pondera la oposición? Así lo representa Zurbarán, encima de una nube, con su pluma en la mano y rodeado de papeles, entusiasmado por el deseo de descubrir la razón última de las cosas. ¿Será porque, en vez de trabajar en grupo, reunido en interminables comisiones, como ahora recomiendan las autoridades, nuestro antiguo patrón se escribió él solito la Suma Teológica?. ¿Qué será, será…?, ¿será porque, en definitiva, lo que menos se valora actualmente en un profesor de Bachillerato es la sabiduría sobre su asignatura y Tomás de Aquino era, como dice el título de la película cuya música vengo tarareando a lo largo y ancho de esta columna: El hombre que sabía demasiado?

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Sobre el autor

Esperanza Ortega es escritora y profesora. Ha publicado poesía y narrativa, además de realizar antologías y estudios críticos, generalmente en el ámbito de la poesía clásica y contemporánea. Entre sus libros de poemas sobresalen “Mudanza” (1994), “Hilo solo” (Premio Gil de Biedma, 1995) y “Como si fuera una palabra” (2007). Su última obra poética se titula “Poema de las cinco estaciones” (2007), libro-objeto realizado en colaboración con los arquitectos Mansilla y Tuñón. Sin embargo, su último libro, “Las cosas como eran” (2009), pertenece al género de las memorias de infancia.Recibió el Premio Giner de los Ríos por su ensayo “El baúl volador” (1986) y el Premio Jauja de Cuentos por “El dueño de la Casa” (1994). También es autora de una biografía novelada del poeta “Garcilaso de la Vega” (2003) Ha traducido a poetas italianos como Humberto Saba y Atilio Bertolucci además de una versión del “Círculo de los lujuriosos” de La Divina Comedia de Dante (2008). Entre sus antologías y estudios de poesía española destacan los dedicados a la poesía del Siglo de Oro, Juan Ramón Jiménez y los poetas de la Generación del 27, con un interés especial por Francisco Pino, del que ha realizado numerosas antologías y estudios críticos. La última de estas antologías, titulada “Calamidad hermosa”, ha sido publicada este mismo año, con ocasión del Centenario del poeta.Perteneció al Consejo de Dirección de la revista de poesía “El signo del gorrión” y codirigió la colección Vuelapluma de Ed. Edilesa. Su obra poética aparece en numerosas antologías, entre las que destacan “Las ínsulas extrañas. Antología de la poesía en lengua española” (1950-2000) y “Poesía hispánica contemporánea”, ambas publicadas por Galaxia Gutemberg y Círculo de lectores. Actualmente es colaboradora habitual en la sección de opinión de El Norte de Castilla y publica en distintas revistas literarias.