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Esperanza Ortega

Las cosas como son

Esperanza Aguirre: había más

 

Esperanza Aguirre: había más.

Sí, sabíamos que Esperanza Aguirre era una persona impulsiva, que no pensaba ni una ni dos veces lo que iba a decir antes de hablar, mas no sabíamos que tampoco leía las cartas antes de enviarlas a sus destinatarios. ¿Por qué iba a hacerlo? Pues por ejemplo, para que no se le colaran faltas de ortografía. Aunque seguramente a sus votantes les harán tanta gracia estas faltas suyas como las groserías que dedica a micrófono abierto a sus adversarios políticos. Mas a los profesores a los que mandó la carta, a esos que ha llamado vagos e irresponsables por no aceptar con gusto el aumento de sus horas lectivas, no les ha hecho ni pizca. ¿Es que la mayoría de los madrileños no trabaja más de 20 horas semanales? –contestaba a los periodistas Esperanza Aguirre con el remango que le caracteriza. ¡Pues claro que sí! Así que los profesores a callar, que no se ganan ni siquiera el sueldo que cobran desde que les bajaron los 200 euros mensuales el pasado curso. Son unos privilegiados, no cabe duda. Como tampoco se ganan el sueldo los cirujanos que no permanecen ocho horas diarias operando en el quirófano o los bomberos que no apagan al menos seis incendios diarios. El tiempo que los profesores dedican a la preparación de sus clases, a las actividades extraescolares, a la atención personalizada de los alumnos y a la relación con sus familias, a las guardias, a la Biblioteca, al Laboratorio… ¿por qué habría que pagarlo? Tampoco me imagino que Esperanza Aguirre contará como horas trabajadas las que dedica a aprenderse los discursos para que no se la cuele un “hijoputa” –como ha ocurrido en alguna ocasión- o los que dedica a bailar el chotis con sus convecinos vestida de chulapa. Eso lo hará por afición, como los profesores, que por afición se dedican a corregir sus cartas con todo género de pormenores, incluso antes de que comience el curso. He aquí un ejemplo: “más”- le escriben al margen con bolígrafo rojo-, cuando es adverbio de cantidad, se escribe con acento, y “mas”, cuando es conjunción adversativa, sin él. Los alumnos de sobresaliente, a los que Aguirre pretende dar de comer a parte en Institutos “de Excelencia”, no requieren de estas correcciones, ni tampoco necesitan de las clases de apoyo que con las nuevas medidas van a desaparecer, mas el 95% por ciento restante sí necesita que le corrijan y ayuden, incluso entre clase y clase. Yo le recomendaría a Esperanza Aguirre que fuera a un Instituto de incógnito, vestida de normal, para comprobar a qué se dedican los profesores en sus 37 horas de trabajo semanales. Pero que no acuda a un Instituto “de Excelencia”, porque en la enseñanza pública, para sacar buenas notas, se hacen pruebas objetivas, y con la formación que ella demuestra, en uno de esos Institutos le iban a parar los pies antes de entrar en el vestíbulo. Fuera de bromas, no nos imaginábamos que hubiera más entre el montón de disparates de Esperanza Aguirre. Mas había más.

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Sobre el autor

Esperanza Ortega es escritora y profesora. Ha publicado poesía y narrativa, además de realizar antologías y estudios críticos, generalmente en el ámbito de la poesía clásica y contemporánea. Entre sus libros de poemas sobresalen “Mudanza” (1994), “Hilo solo” (Premio Gil de Biedma, 1995) y “Como si fuera una palabra” (2007). Su última obra poética se titula “Poema de las cinco estaciones” (2007), libro-objeto realizado en colaboración con los arquitectos Mansilla y Tuñón. Sin embargo, su último libro, “Las cosas como eran” (2009), pertenece al género de las memorias de infancia.Recibió el Premio Giner de los Ríos por su ensayo “El baúl volador” (1986) y el Premio Jauja de Cuentos por “El dueño de la Casa” (1994). También es autora de una biografía novelada del poeta “Garcilaso de la Vega” (2003) Ha traducido a poetas italianos como Humberto Saba y Atilio Bertolucci además de una versión del “Círculo de los lujuriosos” de La Divina Comedia de Dante (2008). Entre sus antologías y estudios de poesía española destacan los dedicados a la poesía del Siglo de Oro, Juan Ramón Jiménez y los poetas de la Generación del 27, con un interés especial por Francisco Pino, del que ha realizado numerosas antologías y estudios críticos. La última de estas antologías, titulada “Calamidad hermosa”, ha sido publicada este mismo año, con ocasión del Centenario del poeta.Perteneció al Consejo de Dirección de la revista de poesía “El signo del gorrión” y codirigió la colección Vuelapluma de Ed. Edilesa. Su obra poética aparece en numerosas antologías, entre las que destacan “Las ínsulas extrañas. Antología de la poesía en lengua española” (1950-2000) y “Poesía hispánica contemporánea”, ambas publicadas por Galaxia Gutemberg y Círculo de lectores. Actualmente es colaboradora habitual en la sección de opinión de El Norte de Castilla y publica en distintas revistas literarias.