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Esperanza Ortega

Las cosas como son

La flor del frío

 

Frío, frío…. Nos decían en el juego de las prendas, cuando nos alejábamos del objeto codiciado. ¿Por qué lo codiciado está siempre escondido?. Siente frío quien se aleja del Sol, origen de la vida, como sabían los egipcios. El frío del abandono se adueña del cuerpo cuando muere. El frío también es indiferencia y desamor. Todos deseamos ser objeto de un recibimiento caluroso y tememos que nos reciban con una mirada fría, o peor aún, gélida, o peor aún, glaciar. Una mirada de esas que te dejan helada, colgando de la pared como una estalactita. Como le dejaba a Quevedo la dama desdeñosa a la que, sin embargo, se dirigió con este endecasílabo, ardiente de pasión: “hermosísimo invierno de mi vida”. Por eso, porque el frío aprisiona con cadenas de hielo, nos asombró tanto que García Márquez, al comienzo de “Cien años de soledad”, identificara el frío con la libertad del origen: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. Lo que sí sabíamos de siempre es que el frío aviva la inteligencia. El hombre desarrolló su cerebro durante los glaciares, por eso no es extraño que, en los balcones del invierno, la única flor que perdure sea la flor del pensamiento. Sí, porque el invierno también tiene su flor. Y es hermoso el invierno de Valladolid, cuando amanece florido con el mudo resplandor de la cencellada. Aunque no haya silencio más hermoso que el de la nieve, mientras cae y nos dice que la belleza, aunque haga frío, no nos ha abandonado. “Cuando el silencio tenía, todas las cosas del suelo, y coronada de hielo, reinaba la noche fría…” así nos describe Góngora la noche del nacimiento del dios-niño, como una promesa de luz en las tinieblas, de tesoro enterrado en la pobreza. La nieve, sin embargo, es más real al amanecer; despierta con nosotros cuando el sol nos descubre la ciudad, envuelta todavía en su sábana gélida. ¿Han visto “Amarcord”, de Fellini? Yo la recuerdo como la película de la nevada inolvidable, que Fellini nos muestra en imágenes penetrantes, de esas que calan adentro, como la verdadera poesía. Aunque nadie ha expresado la belleza del frío como Antonio Gamoneda. Él afirma que la belleza es cobarde, pero se refiere a otra belleza, la blanda, la caldosa, la tibia. Yo me refiero a esa helada hermosura que convoca la emoción encendida. Bécquer identificaba la mano que hace sonar las cuerdas del arpa de la poesía con una mano helada que despierta al poeta dormido: “¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,/ como el pájaro duerme en sus ramas,/ esperando la mano de nieve /que sabe arrancarlas!” Con esa mano es con la que ha escrito estos versos Gamoneda: “Tengo frío junto a los manantiales. He subido hasta cansar mi corazón. /Hay hierba negra en las laderas y azucenas cárdenas, pero, ¿qué hago yo delante del abismo?. / Bajo las águilas silenciosas, la inmensidad carece de significado”. ¿Qué?, ¿qué ha dicho? Volvamos a leerlos. Versos como éstos despiertan a la conciencia cuando duerme en las ramas de la molicie indiferente. Los pueden encontrar en su “Libro del frío”.

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Sobre el autor

Esperanza Ortega es escritora y profesora. Ha publicado poesía y narrativa, además de realizar antologías y estudios críticos, generalmente en el ámbito de la poesía clásica y contemporánea. Entre sus libros de poemas sobresalen “Mudanza” (1994), “Hilo solo” (Premio Gil de Biedma, 1995) y “Como si fuera una palabra” (2007). Su última obra poética se titula “Poema de las cinco estaciones” (2007), libro-objeto realizado en colaboración con los arquitectos Mansilla y Tuñón. Sin embargo, su último libro, “Las cosas como eran” (2009), pertenece al género de las memorias de infancia.Recibió el Premio Giner de los Ríos por su ensayo “El baúl volador” (1986) y el Premio Jauja de Cuentos por “El dueño de la Casa” (1994). También es autora de una biografía novelada del poeta “Garcilaso de la Vega” (2003) Ha traducido a poetas italianos como Humberto Saba y Atilio Bertolucci además de una versión del “Círculo de los lujuriosos” de La Divina Comedia de Dante (2008). Entre sus antologías y estudios de poesía española destacan los dedicados a la poesía del Siglo de Oro, Juan Ramón Jiménez y los poetas de la Generación del 27, con un interés especial por Francisco Pino, del que ha realizado numerosas antologías y estudios críticos. La última de estas antologías, titulada “Calamidad hermosa”, ha sido publicada este mismo año, con ocasión del Centenario del poeta.Perteneció al Consejo de Dirección de la revista de poesía “El signo del gorrión” y codirigió la colección Vuelapluma de Ed. Edilesa. Su obra poética aparece en numerosas antologías, entre las que destacan “Las ínsulas extrañas. Antología de la poesía en lengua española” (1950-2000) y “Poesía hispánica contemporánea”, ambas publicadas por Galaxia Gutemberg y Círculo de lectores. Actualmente es colaboradora habitual en la sección de opinión de El Norte de Castilla y publica en distintas revistas literarias.