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Esperanza Ortega

Las cosas como son

Los ladrones somos gente honrada

En España, gracias a los Reyes Magos, las navidades no se terminan hasta bien entrado el año nuevo. Es una ventaja con respecto a otros países europeos, en los que las vacaciones acaban días antes. Esto no es óbice para que Papá Nöel me caiga simpático, pues no comparto este rechazo españolista al heredero de San Nicolás. Y me interesa además la curiosa relación que Papá Nöel mantiene con la propiedad privada. En eso también se distancia de los Reyes Magos. Los Reyes son acogidos por las familias con un silencio cómplice, no hallándose ninguna que desconfíe de su comportamiento durante sus visitas nocturnas. Incluso se les deja a modo de dádiva agradecida unas copitas de anís y unas rosquillas. En cambio, Papa Nöel lo tiene más crudo, según las noticias que he leído en los periódicos y he podido indagar en Internet. Su mismo descenso por la chimenea es más propio de un caco suicida que de un benéfico anciano. Y eso a pesar de que se incluso ha llegado a los juegos de mesa la maña que se da para atrapar ladrones. Sin ir más lejos, hace unos años Papá Nöel atrapó a un mafioso llamado Salvatore Potilini, miembro del clan siciliano de los Santapaola cuando cargaba un plato de porcelana y un panettone de una de las tiendas que extorsionaba habitualmente. Entonces Papá Noël, que permanecía en la puerta del centro comercial, logró agarrar a Potilini con las manos en el panettone. Este año, en cambio, Papá Noël se ha puesto de lado de los ladrones, y él mismo ha intentado atracar un supermercado de Mercadona. Esta desviación de una trayectoria impecable es sumamente significativa. La noticia parece sacada de una de esas películas que pasa la tele en Navidad. Apuesto a que luego, en la comisaría, Papá Noël diría que tenía más de 500 años y que vivía en Groenlandia con sus renos, y que, ¡por favor!, no le impidieran repartir los juguetes. ¿Les suena? Hay miles de historias como esta.. El mejor de todos estos relatos es sin duda “Canción de Navidad” de Dickens. Su protagonista, el avaro Scrooge, tiene mucho que decir en la sociedad actual. Los Scrooge de estas navidades son amigos de Putin, como el grasiento Depardieu o la deteriorada Brigitte Bardot, que, en su postura más obscena, utiliza a dos elefantes tuberculosos que van a ser sacrificados en un zoo para justificar su abandono de la nacionalidad francesa. Ambos “artistas” poseen una fortuna considerable y no quieren pagar sus impuestos. Me pregunto cómo, siendo España el paraíso de los defraudadores, cuál es la causa de que no se exilien en nuestro país Bardot Y Depardieu. La respuesta parece evidente: Putin les ofrece la oportunidad de desempeñar un puesto en la función pública. En España, en cambio, los puestos de asesores de gobiernos y empresas ya están ocupados por los oriundos. Entre ellos, el desvergonzado Rato, que hoy representa a todos los Scrooge hispanos, como en años anteriores lo hacía Díez Ferrán. El que estuvo en un tris de ser nuestro Presidente -¿se acuerdan?- asesorará de ahora en adelante sobre la manera de hundir bancos y salir a flote con los bolsillos bien llenos, después de haber participado en la reforma financiera que dejará sin trabajo a 50.000 empleados. Será un buen asesor, de eso sabe un rato. ¿Se han dado cuenta de que, por cada euro que Europa presta a la Banca española, se elimina un puesto de trabajo? Así le salen las cuentas a Rato y a sus compinches del clan madrileño. Mientras, Papá Noël se desgañita en Mercadona, robando no solo el contenido de la caja, sino también el título de una de sus obras a Jardiel Poncela: ¡Los ladrones somos gente honrada!, exclama indignado. ¡Pues claro que sí! Todo el mundo lo sabe, en eso sí que se ha llegado al consenso general: hoy los verdaderos delincuentes están en Telefónica.

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Sobre el autor

Esperanza Ortega es escritora y profesora. Ha publicado poesía y narrativa, además de realizar antologías y estudios críticos, generalmente en el ámbito de la poesía clásica y contemporánea. Entre sus libros de poemas sobresalen “Mudanza” (1994), “Hilo solo” (Premio Gil de Biedma, 1995) y “Como si fuera una palabra” (2007). Su última obra poética se titula “Poema de las cinco estaciones” (2007), libro-objeto realizado en colaboración con los arquitectos Mansilla y Tuñón. Sin embargo, su último libro, “Las cosas como eran” (2009), pertenece al género de las memorias de infancia.Recibió el Premio Giner de los Ríos por su ensayo “El baúl volador” (1986) y el Premio Jauja de Cuentos por “El dueño de la Casa” (1994). También es autora de una biografía novelada del poeta “Garcilaso de la Vega” (2003) Ha traducido a poetas italianos como Humberto Saba y Atilio Bertolucci además de una versión del “Círculo de los lujuriosos” de La Divina Comedia de Dante (2008). Entre sus antologías y estudios de poesía española destacan los dedicados a la poesía del Siglo de Oro, Juan Ramón Jiménez y los poetas de la Generación del 27, con un interés especial por Francisco Pino, del que ha realizado numerosas antologías y estudios críticos. La última de estas antologías, titulada “Calamidad hermosa”, ha sido publicada este mismo año, con ocasión del Centenario del poeta.Perteneció al Consejo de Dirección de la revista de poesía “El signo del gorrión” y codirigió la colección Vuelapluma de Ed. Edilesa. Su obra poética aparece en numerosas antologías, entre las que destacan “Las ínsulas extrañas. Antología de la poesía en lengua española” (1950-2000) y “Poesía hispánica contemporánea”, ambas publicadas por Galaxia Gutemberg y Círculo de lectores. Actualmente es colaboradora habitual en la sección de opinión de El Norte de Castilla y publica en distintas revistas literarias.