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Esperanza Ortega

Las cosas como son

El Árbol de la Mentira

La Mentira y la Verdad plantaron un árbol. La Verdad se quedó cuidando las raíces y la Mentira se encaramó en la copa. Hasta que la Verdad enterrada en la oscuridad, muerta de sed, terminó por devorar las raíces. Entonces el viento tumbó el árbol frondoso de un solo golpe, aplastando a todos los que se cobijaban debajo de sus ramas. Lo cuenta Don Juan Manuel en “El Conde Lucanor”, una colección de relatos que, después de más de seis siglos, sigue conservando su frescura. La mentira ofrece, efectivamente, una apariencia de tranquilidad engañosa: “A mí no me consta”, asegura Mª Dolores del Cospedal. A nosotros tampoco, pero sospechábamos que las cuentas del PP no estaban limpias, incluso mucho antes de que se descubriera la que guardaba Bárcenas en Suiza, tan sucia que ni la fuerza blanqueadora de la legía Montoro ha logrado limpiar. ¿Quizá la sombra del Árbol de la Mentira tiene efectos hipnóticos? ¿Por eso se olvidaron tan pronto las conversaciones grabadas en el caso Naseiro?: “Estamos en la política para forrarnos”, comentaba entre bromas Vicente Sanz a Eduardo Zaplana. Vicente Sanz era ex-presidente de la diputación de Valencia por el PP y Zaplana llegaría a ser presidente de la misma comunidad por el mismo partido. Pero las escuchas se declararon ilegales, y el caso se solventó sin que a los votantes de Aznar les constara. La corrupción en el PSOE desalentó a los que habíamos puesto nuestra confianza en un partido que había recibido la herencia de “cien años de honradez”. Y esa decepción pesa todavía en nuestra conciencia política porque contradice el sentido mismo del socialismo. Y porque nos constaba que sería utilizado para justificar la corrupción endémica de quienes entraron en política sin otro ideal que el de forrarse. Sin embargo, al PP y a sus votantes no les constaba que en Valencia y en Baleares, por citar dos ejemplos, la corrupción había sobrepasado todos los límites imaginables. Ni siquiera sospecharon cuando el juez Garzón fue expulsado de la carrera judicial por haberse asomado al pozo negro de la trama Gürtel. ¡Otra vez ese juez arañando las raíces de la verdad! Veintidós millones de euros en una cuenta sucia a nombre del sucesor de Naseiro han vuelto a poner la carta marcada sobre la mesa. Pero los tramposos siguen la partida. Nadie se da por aludido. Para echarse a llorar. Algunos hace tiempo que nos sorbíamos las lágrimas. Y no porque creamos que es inevitable que los políticos sean unos ladrones, sino porque muchos hayan llegado a considerar la corrupción política como inevitable en una democracia. Mientras, cada cual se las arregla para desenvolverse entre el fango y la mentira. “Hágase bien aunque lo haga el diablo”, dice el refrán. ¿Quién mejor que el diablo puede gobernar un país hundido en el infierno de la corrupción?  El Árbol de la Mentira ha encontrado en España su tierra prometida, aunque a Mª Dolores del Cospedal siga sin constarle. “Para ganarme el pan, cada mañana/ voy al mercado donde se compran mentiras. / Lleno de esperanza,/ me pongo a la cola de los vendedores”, escribió Berthold Brecht. Algunos, sin embargo, o no querían o no tenían mentiras que vender. Me refiero a los funcionarios y los trabajadores por cuenta ajena, y a todos los españoles que han pagado sus impuestos y contribuciones sin trampa ni cartón durante décadas. Ya, ya sé que usted tampoco formó parte de la banda de Alí Babá. Entonces, salga a la calle y grite: ¡Que no nos representan! En otro caso, quédese en casa, como manda Rajoy.

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Sobre el autor

Esperanza Ortega es escritora y profesora. Ha publicado poesía y narrativa, además de realizar antologías y estudios críticos, generalmente en el ámbito de la poesía clásica y contemporánea. Entre sus libros de poemas sobresalen “Mudanza” (1994), “Hilo solo” (Premio Gil de Biedma, 1995) y “Como si fuera una palabra” (2007). Su última obra poética se titula “Poema de las cinco estaciones” (2007), libro-objeto realizado en colaboración con los arquitectos Mansilla y Tuñón. Sin embargo, su último libro, “Las cosas como eran” (2009), pertenece al género de las memorias de infancia.Recibió el Premio Giner de los Ríos por su ensayo “El baúl volador” (1986) y el Premio Jauja de Cuentos por “El dueño de la Casa” (1994). También es autora de una biografía novelada del poeta “Garcilaso de la Vega” (2003) Ha traducido a poetas italianos como Humberto Saba y Atilio Bertolucci además de una versión del “Círculo de los lujuriosos” de La Divina Comedia de Dante (2008). Entre sus antologías y estudios de poesía española destacan los dedicados a la poesía del Siglo de Oro, Juan Ramón Jiménez y los poetas de la Generación del 27, con un interés especial por Francisco Pino, del que ha realizado numerosas antologías y estudios críticos. La última de estas antologías, titulada “Calamidad hermosa”, ha sido publicada este mismo año, con ocasión del Centenario del poeta.Perteneció al Consejo de Dirección de la revista de poesía “El signo del gorrión” y codirigió la colección Vuelapluma de Ed. Edilesa. Su obra poética aparece en numerosas antologías, entre las que destacan “Las ínsulas extrañas. Antología de la poesía en lengua española” (1950-2000) y “Poesía hispánica contemporánea”, ambas publicadas por Galaxia Gutemberg y Círculo de lectores. Actualmente es colaboradora habitual en la sección de opinión de El Norte de Castilla y publica en distintas revistas literarias.