Según la semiótica, el significado no está en los hechos mismos, sino en la manera en que la mente humana aprehende estos hechos. Quizá a usted le parezca confusa la frase, pero la entenderá cuando lea esta columna. Vladímir Propp analizó las leyendas populares, estableciendo una serie de personajes prototipo: el héroe protagonista, el antagonista felón, el objeto de búsqueda y la salvación final. El héroe de leyenda suele partir en desventaja, mientras el antagonista felón adolece de la soberbia ventajista. Que el poderoso venza es lo habitual, entonces no hay leyenda ni heroísmo ninguno. Pero si gana el desposeído es porque la fuerza de lo sagrado se pone de su parte, y estamos ante la victoria del bien sobre el mal. Ya tenemos relato memorable. Los niños lo saben sin necesidad de que se lo expliquemos, porque está escrito en el cerne de nuestra corteza cerebral, con la tinta de la sangre del corazón humano. Así ha sido desde el principio de los tiempos, no viviremos con emoción ninguna historia que no reproduzca este esquema simbólico. Pero necesitamos también un antagonista que posea los atributos de la felonía. Ahora piense en el partido de fútbol del Real contra el Atlético, del Atlético contra el Real. El Real poderoso en demasía, con jugadores que cobran millonadas y un entrenador soberbio y faltón. ¿No es Mouriño el antagonista perfecto para que su derrota sea la victoria de todos? Bien es verdad que Cristiano Ronaldo es un goleador nato, pero su soberbia dota a sus acciones de un deje egoísta, y el héroe ha de representar el espíritu de la comunidad. Los goles de Ronaldo son sus goles, no dan satisfacción a los anhelos de un público al que solo utiliza como comparsa. Enfrente, el Atlético: entrenador y jugadores discretos, generosos y apasionados. Y un público entregado, fiel hasta en los momentos más difíciles. El heroísmo en estado puro. Esto explica el que el viernes pasado, excepto los realistas más recalcitrantes, todos estuviéramos con el Atleti, incluso los que no entendemos ni jota de fútbol, incluso los que sospechamos que su directiva será tan infecta como la de cualquier club de su categoría. Que hubiera ganado el Real no hubiera supuesto hazaña ninguna, mas la victoria del Atlético supuso que el relato tuviera un final feliz. Así son las cosas, como nos explican los estructuralistas: “el significado no está en los hechos mismos, sino en la manera en que la mente humana aprehende estos hechos”. Los dos contrincantes eran madrileños y tarareaban el himno al unísono, pero los atléticos murmuraban entre dientes: “Sí se puede”, que es el nuevo slogan de los que resisten contra viento y marea. ¡Claro que sí se puede!. He oído que la editorial Panini vende hoy más que nunca los cómics clásicos de superhéroes, y es que en España más que nunca necesitamos apoyarnos en conductas heroicas. Enfrente tenemos a Wert y a Mato, a Botella y a González, que escandalizarían al mismo Juan sin Tierra si Robín Hood campeara aún por los bosques. He oído también que en el INEM arrinconan a los parados sin ayuda ninguna, impidiendo que lleguen a ellos las ofertas de trabajo. Oigo ignominias por doquier cada día, a cada hora, hace un minuto, en este mismo instante. Por eso necesito, necesitamos recordar que los héroes pueden hacer realidad la utopía. Y la utopía no se vende, se defiende, igual que Courtois defiende su portería: como un valiente. Así que si usted es más utópico que realista, celebre con Neptuno el triunfo de los héroes. ¡Aúpa Atleti!