“Devuélveme el rosario de mi madre/ y quédate con todo lo demás…”, cantaba Mª Dolores Pradera; pero Aznar no piensa renunciar de manera tan desprendida a sus bienes gananciales. Sí, ya es vox pópuli, otra familia bien avenida que se desmorona. Se trata de la pareja Aznar-Rajoy. Y el conflicto ha saltado por las declaraciones de uno de los cónyuges, ¡qué vergüenza!, airear sus desavenencias conyugales en una entrevista basura. Aunque hay que reconocer que Aznar tiene sus razones para estar dolido, ¿Quién sino él puso a Rajoy al frente del negocio? Y entonces gobernar España era un negocio próspero. Pero una vez en el poder…, ya se sabe: olvido e ingratitud, esa es la paga. Rajoy tampoco se resiente sin motivo, ¿cómo iba a esperar que Aznar le pusiera esa zancadilla?. Habrán intervenido los amigos, como en la mayoría de las separaciones: ¿Rato?, ¿Bárcenas?, ¿Blesa? Seguramente Rajoy acumuló rencor cuando ellos llenaban casi por completo el corazón y los bolsillos de su compañero sentimental. ¿Y la familia?, ¿cómo ha reaccionado la familia? ¿De parte de quién se pone cada cual? Lo importante es que ellos no padezcan, que les sea posible seguir en contacto con los dos en una patria potestad compartida. Por ahora obedecen a Rajoy, pero siempre conservarán un vínculo estrecho con Aznar. ¡Qué bien se lo pasaban con él en los años de las vacas gordas, jugando a las construcciones y al palé!. Hasta que hubo que apoquinar dinero de verdad y construir con piezas de verdad. Entonces empezaron los problemas con esa chusma de envidiosos que tienen por oficio la reclamación indebida: que si aeropuertos sin aviones, que si falsos premios de la lotería, que si facturas, que si sobres… Y cuando llegan las complicaciones, comienzan los problemas conyugales. Hay quien opina que Aznar se ha pasado en su amenaza de reclamar la Moncloa y poner de patitas en la calle a su ex. Carnaza para alimentar a los chismosos. Porque, vamos a ver, ¿qué le importará a nadie cómo reparte su patrimonio una pareja? Eso es asunto suyo. Lo mejor sería que fueran a la Iglesia los dos juntos a pedir consejo a quien considera que el matrimonio es un vínculo sagrado, inviolable. Una unión bendecida por la Conferencia Episcopal y el Mercado Internacional no puede venirse abajo de buenas a primeras. Pero así empieza la decadencia de las grandes familias, sobre todo en un tiempo como el nuestro, en el que los valores inveterados han sido sustituidos por el relativismo hedonista. Sin embargo, en vez de ese consejo desinteresado, el caso se ha aireado en la prensa diaria y en las cadenas de radio y de televisión, cuando merecería ocupar la portada del Hola, la única publicación respetuosa de entre las especializadas en problemas domésticos de los grandes de España. ¿España? Sí, España, la finca objeto de disputa. Aznar ha dicho que él se siente responsable, Rajoy que seguirá en su puesto pase lo que pase. Quizá se reconcilien a la postre los que tienen en común tanto que perder. ¿No les vendrían bien unas vacaciones en algún paraíso fiscal?. Correa se ofrece a pagarles el pasaje en avión y una cena iluminada con velas y regada en champán. ¿Música de fondo? Mª Dolores Pradera, por supuesto. Pero con la canción que tanto guasta a Aznar: “…No tengo trono ni reina/ ni nadie que me comprenda/ pero sigo siendo el rey…”