>

Blogs

Esperanza Ortega

Las cosas como son

Pasar haciendo caminos…

 

Todo pasa, es verdad, pero también lo es que todo queda, al menos en la memoria de los que lo vivieron con intensidad. Y no hay años más intensos que los de la adolescencia, cuando lo por venir se espera con una ansiedad equidistante entre el temor y la esperanza. El eco todavía bullicioso de esta vida memorable se escuchó en el patio del Palacio de Pimentel el jueves pasado, en la inauguración de la exposición dedicada a los 80 años del IES Núñez de Arce. Los que la visiten hasta el 14 de Julio verán allí algunas muestras de la obra de los profesores y de las alumnas que impartieron y recibieron clases en este centro, desde que se fundó durante la República hasta ahora mismo: Mariano de Cossío, Cristóbal Hall, Sinforiano de Toro, Aurelio García Lesmes, Ana Jiménez, Teresa Ortega Coca, Gerardo Vacas, Manuel Martín, Ángeles Morgade… son algunas de las firmas seleccionadas. Aunque la exposición también es testimonio del camino tortuoso y accidentado de la Enseñanza Pública en nuestro país: muchos de los artistas-profesores fueron apartados de la actividad docente tras la Guerra Civil, y los profesores y alumnos actuales sorteamos las trampas que nos tiende cada día un Ministerio de Educación empeñado en desmantelar la arquitectura que, con esfuerzo e imaginación, edificó el alma colectiva de la escuela durante tantos años. Por eso la exposición no representa solo al IES Núñez de Arce, sino a todos aquellos que recorrieron y siguen recorriendo los pasillos de los institutos de España. No, a la vista de la calidad incuestionable de la obra expuesta, no parece que seamos tan ineptos ni tan holgazanes como el ministro Wert se empeña en hacer creer que somos. Y en aquella reunión de afirmación pedagógica, echamos de menos a los profesores que hicieron de su tarea una obra de arte, como Javier Pascual. ¡Cuánto hubiera disfrutado él con su Instituto! También me acordé yo de don Santiago de los Mozos, al que la Universidad rinde hoy homenaje, y que seguro que nos hubiera acompañado, compartiendo con nosotros sus recuerdos de aquel Valladolid que el libro conmemorativo de la exposición anima a unos a conocer y a otros a rememorar. Emilio Lledó, profesor en el Núñez de Arce en los años sesenta, abre el libro con estas palabras: “Todo lo que hacemos se sostiene, entiende y justifica sobre el fondo irrenunciable de lo que hemos sido. Ser es, esencialmente, ser memoria”. Pero lo nuestro es pasar, cantaban mientras tanto los alumnos del coro del Instituto. Y lo nuestro, pensábamos los profesores, es ver cómo pasa la vida a nuestro lado, cómo se pierde entre los grupos de estudiantes que entran y salen de las aulas. Nada como un coro para expresar el trabajo común, la emoción de todos para todos. “El aire se serena, y viste de hermosura y luz no usada…”, escribió Fray Luis de León, otro profe de la Pública, refiriéndose al momento en que el organista Salinas comenzaba a tocar. Pues el jueves pasado, la tarde se demoró en su despedida hasta que el coro del Núñez de Arce terminó de cantar, y el aire se detuvo emocionado a escuchar las voces armoniosas y concordes que contaban la historia del camino recorrido. Hasta que el ave del canto plegó las alas sobre los versos de Francisco Pino, “donde se escucha volar, aunque el sonido se pierda”; cuando las palabras de Antonio Machado ya nos habían situado sobre el renglón en que la pluma del profesor deja su huella tan invisible como imborrable: Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos…

Temas

Sobre el autor

Esperanza Ortega es escritora y profesora. Ha publicado poesía y narrativa, además de realizar antologías y estudios críticos, generalmente en el ámbito de la poesía clásica y contemporánea. Entre sus libros de poemas sobresalen “Mudanza” (1994), “Hilo solo” (Premio Gil de Biedma, 1995) y “Como si fuera una palabra” (2007). Su última obra poética se titula “Poema de las cinco estaciones” (2007), libro-objeto realizado en colaboración con los arquitectos Mansilla y Tuñón. Sin embargo, su último libro, “Las cosas como eran” (2009), pertenece al género de las memorias de infancia.Recibió el Premio Giner de los Ríos por su ensayo “El baúl volador” (1986) y el Premio Jauja de Cuentos por “El dueño de la Casa” (1994). También es autora de una biografía novelada del poeta “Garcilaso de la Vega” (2003) Ha traducido a poetas italianos como Humberto Saba y Atilio Bertolucci además de una versión del “Círculo de los lujuriosos” de La Divina Comedia de Dante (2008). Entre sus antologías y estudios de poesía española destacan los dedicados a la poesía del Siglo de Oro, Juan Ramón Jiménez y los poetas de la Generación del 27, con un interés especial por Francisco Pino, del que ha realizado numerosas antologías y estudios críticos. La última de estas antologías, titulada “Calamidad hermosa”, ha sido publicada este mismo año, con ocasión del Centenario del poeta.Perteneció al Consejo de Dirección de la revista de poesía “El signo del gorrión” y codirigió la colección Vuelapluma de Ed. Edilesa. Su obra poética aparece en numerosas antologías, entre las que destacan “Las ínsulas extrañas. Antología de la poesía en lengua española” (1950-2000) y “Poesía hispánica contemporánea”, ambas publicadas por Galaxia Gutemberg y Círculo de lectores. Actualmente es colaboradora habitual en la sección de opinión de El Norte de Castilla y publica en distintas revistas literarias.