¿Eres político? Una gran mayoría de los españoles contesta que no en absoluto, como si le preguntaran si pertenece a una familia mafiosa. Algunos, sin embargo, seguimos creyendo que A. Machado no andaba descaminado cuando advirtió en un discurso ante los jóvenes: “si vosotros no hacéis política, la política se hará contra vosotros”. Las dictaduras se apoyan en esa masa amorfa de “apolíticos” sin ideología a los que no se les ha ocurrido pensar que su indiferencia culpable tiene consecuencias políticas. Lo mismo ocurre con los demócratas desencantados. Pocos se dan cuenta de que actúan políticamente cuando toman decisiones como hacer la compra en una gran superficie o en la tienda del barrio, matricular en un colegio a sus hijos, ir al trabajo en autobús o en coche…, además, por supuesto, de optar por la economía sumergida a la hora de llamar a un fontanero o pensar cómo va a afectar su voto a los vecinos. Para no equivocarnos es importante tener algún modelo que nos ayude a distinguir. Y hay que reconocer que los ejemplos de corrupción política nos lo han puesto difícil. Los medios de comunicación contribuyen a aumentar la confusión no cuando denuncian la corrupción, sino cuando ignoran a los buenos políticos. Hay un caso llamativo de este ninguneo informativo: me refiero al presidente uruguayo Pepe Mujica, al que acaban de nominar para Premio Nobel de la Paz, el viejo guerrillero con chándal que va camino de cumplir su aspiración de acabar con la pobreza de su país. Para empezar, renunció al 90% de su sueldo y a su coche y residencia presidencial. Lo fundamental, sin embargo, es que ha fomentado con éxito la autogestión cooperativa de miles de empresas, ha construido viviendas a tutiplén para los chabolistas y no se acuesta una noche sin haber creado una plaza escolar. Pero, como buen socialista, sabe que lo conseguido es muy poco al lado de lo que queda por hacer. Cuando le dicen que su gobierno es el mejor de Hispanoamérica, contesta: ¡Pues cómo serán los otros! Otras veces utiliza un lenguaje menos coloquial, con frases que parecen aforismos socráticos, porque Mujica es un hombre sabio, que ha pensado mucho durante sus 14 años de cárcel, en donde sus ideas, en vez de radicalizarse, adquirieron un carácter pragmático y conciliador. Como buen ciclista que fue en su juventud, no se le escapa que los objetivos políticos se alcanzan por etapas y que hay que dosificar las energías. Y claro, ¡como no!, se le acusa de haber sido amigo de Chávez, que ayudó a su gobierno económicamente. Mujica contesta así: “No crea. Tengo amigos que fueron mis carceleros. Soldados rasos que cuando uno estaba tirado en la soledad de un calabozo, eran capaces de traerte un frasquito con grapas o un par de tabacos para fumar. Algunos de ellos son mis amigos hoy, y no es por cuestiones ideológicas, es por humanidad. Así que, ¿cómo no voy a poder ser amigo de Chávez?” ¿Comprenden que nombrar hoy a Mujica es un acto político? Igual que es un acto político que un presidente riegue sus plantas y prepare la comida de sus perros antes de sentarse a desayunar, igual que lo es ignorar que existe este presidente para seguir insistiendo en que ningún político nos convence. Unamuno les dijo a los militares que se levantaron contra los políticos: “venceréis, pero no convenceréis”. No sé si Mujica vencerá en las próximas elecciones de su país, pero está claro que, a quienes le hemos escuchado, sí nos ha convencido.