Antes los políticos del PP se dirigían en sus discursos a los españoles, los del PSOE a la ciudadanía y los de IU a los trabajadores; luego vino PODEMOS y apareció la gente. ¿Qué se siente usted más: español, ciudadano, trabajador o gente? Así sí que era fácil escoger. Pero hete aquí que en los últimos tiempos los políticos de distintos partidos han comenzado a hablarle a la gente con una sola voz. A mí los que más me chocan son los portavoces del PP, sobre todo desde que les han dado la consigna de que bajen a las plazas de pueblos y ciudades. Rafael Hernándo es el más entusiasta: la gente por aquí, la gente por allá… ¿Irán a la Puerta del Sol el 15 de Mayo, de incógnito, con disfraz de indignados, como lo hizo en su día Cifuentes? Esta artimaña de camuflaje es, por cierto, tan vieja como el mundo. Ya aparecía en el Mahabarata, el libro venerable de la India, 2000 años antes de Cristo: la princesa Damayanti tenía que elegir esposo entre un grupo de pretendientes, todos ellos de origen divino. Entonces se presentó Nala, el joven de quien estaba enamorada. Pero cuando se acercó para tomar su mano, se encontró con que todos los dioses habían adoptado su apariencia, ¿y cómo distinguirle entre tantos Nalas repetidos?. La misma técnica utilizó el lobo, cuando enseñó la pata enharinada a los siete cabritos, para que le abrieran la puerta creyendo que era mamá cabra, igual que hace Rajoy cuando llama a la casa de la gente. Yo creo, sin embargo, que en una rueda de reconocimiento se distinguen muy bien PP y PODEMOS. Como mucho podría colar Pablo Casado entre Pedro Sánchez o Albert Rivera, los tres tan guapetones y tan bien vestidos; a su lado, los de PODEMOS no son tan buenos mozos y ya se sabe donde visten. Quizá por eso el PP ha cambiado de táctica: en vez de imitar ellos a PODEMOS, ahora trata de convencer a la gente de que es PODEMOS quien se parece a su partido. ¿Y en qué? Pues en la corrupción, que es lo suyo ¡Todos somos igual de corruptos!, reza el nuevo slogan. Con el PSOE lo tienen más fácil, por los ERE, pero con PODEMOS… Hasta que Montoro, en plan diablo cojuelo, entró a husmear en sus cocinas. ¿Y saben lo qué ha descubierto? Que en PODEMOS también cuecen habas, como en casa todo hijo de vecino. ¿Qué eso no se puede demostrar? ¡Sí se puede!, ¡Sí se puede!, no deja de gritar desde entonces, con la olla en la mano. ¿Lo ven? Todos, igual que ellos, porque, ¿quién no ha pagado en negro al fontanero? Hablando en propiedad, no habría que dirigirse a la gente, sino a la gentuza malhechora de este país. “¡Qué difícil es, cuando todo baja, no bajar también!” dijo Machado; aunque, mientras PODEMOS bajaba uno o dos escalones, el PP ha descendido al centro de la tierra. Yo les aconsejaría que imitaran al astuto Ulises, que cambió su nombre por el de Nadie para escapar de sus perseguidores, tras haber cegado a Polifemo, el gigante del único ojo. ¡Nadie me ha dejado ciego!, se desgañitaba el pobre cíclope. Pero Nadie era culpable. ¿Me comprenden ahora? Si Rajoy cambiara por Nadie su apellido, arañaría muchos votos. ¡Nadie sabía de la contabilidad B!, gritarían gozosos en Génova, ¡Nadie recibió sobres en negro!,¡Nadie escribió los SMS a Bárcenas! Y dirían verdad, ¿Ven que fácil? Es que hay que leer a los clásicos. Y afinar un poquito si se quiere engañar a los españoles, a los trabajadores, a la ciudadanía. Vamos, que la gente no es tonta. ¿O sí lo es?