“La enseñanza debe preparar al estudiante para que en el futuro se adapte al mundo actual”, en eso todos están de acuerdo, desde Wert hasta el último sindicalista. Y yo me pregunto: ¿a qué mundo se refieren? ¿a este que no acaba de salir nunca de su órbita de bestialidad, de injusticia, de banalidad? “Paren el mundo, que me quiero bajar”, les contesta Mafalda, expresando la necesidad que sienten los jóvenes de limpiar la pocilga heredada. Este deseo imperioso de transformación es la única fuente de progreso. ¿Quién inventó la agricultura? Seguro que un tipo prehistórico que pasaba horas reflexionando sobre el misterioso crecimiento de los frutos que sus colegas recolectaban y engullían sin rechistar. ¿Y saben lo que pensarían de él en la tribu?: que estaba tocado del ala. Es verdad que hay que tener un ala herida para que a alguien, en vez de volar sin preguntarse para dónde y por qué se sigue a la bandada, se dedique a eso tan inútil que se ha dado en llamar “el conocimiento”. Las academias y universidades se crearon para eso, para dar la oportunidad a los jóvenes de que reflexionen, como Mafalda o Platón, sobre la naturaleza del mundo, sobre su origen y sobre la manera de hacerlo más habitable. Mientras, a Platón le hacían la comida sus esclavos, y a Mafalda sus papás. Y es que, frente al reino de la necesidad que representa el trabajo, el estudio representa el reino de la libertad. Por eso es tan importante que a todos los jóvenes, no solo los de clase alta, se les ofrezca la oportunidad de acceder al conocimiento al menos en una etapa de su vida, sin estar agobiados por la angustia de la supervivencia. Perder el tiempo ayuda en esta tarea, siempre que la pérdida sea recuperable. Porque los mejores profesionales futuros no serán los que no hacen otra cosa que clavar los codos sobre la mesa, sino aquellos que viven el estudio como una fuente de placer. Sin embargo, en el Ministerio de Educación español, lo que domina es el odio a la sabiduría, como ha demostrado con la medida de eliminar la Filosofía en el Bachillerato. ¿Para qué sirve la Filosofía en el mundo actual? Miren lo que respondía en un debate televisivo un joven talento con solo 18 primaveras, considerado como el mejor bróker de Europa: : de nada, como todo lo que se enseña en las universidades. Ninguno de sus contertulios dudó de que el joven talento sabía mucho, la prueba era que ganaba mucho. Sin embargo, lo que el muchacho estaba lejos de entender es la máxima de Sócrates: “Yo solo sé que no sé nada”. Para entenderla hay que estudiar muchos muchísimos años. Quizá le entienden esos jóvenes inadaptados que consideran que el mundo no progresa adecuadamente y necesita mejorar: los que descubrirán la vacuna contra el SIDA, hallarán otra forma de enseñar a los niños autistas, buscarán cómo salvar al planeta, cómo organizar el mundo de forma más justa…., todo cosas bien prácticas. A esto aboca el conocimiento y eso distingue al hombre de la bestia. Sí, por la misma causa veo con satisfacción que para la presidencia de la Comunidad de Madrid se presenten dos filósofos: Luis Alegre y Ángel Gabilondo. Al menos estos candidatos tendrán la mollera más dúctil que los púnicos gobernantes que les han precedido. Ambos, desde partidos diferentes, cantan al unísono la letra del Gaudeamus igitur. ¡Ojalá compartan también el amor a la sabiduría y el espíritu generoso, alegre y solidario del que ha sido el himno de los estudiantes de todo el mundo, de todos, y sobre todo de los que desearían bajarse de él.