>

Blogs

Esperanza Ortega

Las cosas como son

Lo que votan mis tías

Tengo dos tías octogenarias a las que visito una vez al mes. ¿Tú qué vas a votar?, me preguntaron ayer mismo. Mis tías son las dos conservadoras, pero no apuestan nunca por el mismo caballo. La mayor, que siempre ha sido un poco inconformista, vota por compasión: en 1977 votó a Ruiz Jiménez, porque le daba pena que un hombre tan inteligente pidiera el voto con esa cara de mendigo. No votó a Suarez hasta que se presentó por el CDS, y el domingo próximo, por las mismas razones, va a votar a UPYD. La otra, la lista, siempre dice que se va a abstener, que ella no cree en los políticos, y acaba votando a la derecha pura y dura. Se esconde en la cabina, pero su hermana sabe perfectamente qué papeleta es la que lleva en el bolsillo. A ella también le gustaría salirse del redil, mas una fuerza interior, más poderosa que su propia conciencia, le empuja a comportarse de manera tan vergonzante. Ayer, sin embargo, hablando de la corrupción, le dedicó al gobierno los peores calificativos. Y concluyó de una manera que me dejó estupefacta: “hija, me das envidia, ya me gustaría a mí poder votar a quien me diera la gana”. Comprendí entonces por qué León de la Riva aconseja a sus partidarios que le voten, aunque sea tapándose la nariz. Probé a decirle que hasta el papa Francisco está cambiando de bando. “¡Ay, niña, qué razón tienes!-aseveró- si Cristo echó a los ladrones del templo; pero eso tardará en llegar y yo ya no estaré aquí para verlo”. Lo bueno de mi tía la lista es que nunca ha sufrido una decepción: ya sabía ella que Franco no se merecía que lo llevaran bajo palio, y que Aznar no era trigo limpio, y menos aún Rajoy: hoy día, al salir de misa, me encuentro con esa pobre gente que pide limosna, como en los años del hambre. Y sigue: la vecina, sin ir más lejos, mantiene en su casa a la familia de su hijo el mayor, y mira que era formal y trabajador, un hijo modelo, ni un disgusto le dio. Con la crisis, hay qué ver lo que se ha desmejorado, porque antes era igualito que el de Ciudadanos, dice mientras me acerca la foto en que está con ella en el portal, hace ya 20 años, el día de su confirmación. Es verdad que Albert Rivera se le trae un aire, solo le falta la medalla de congregante para ser el hijo de la vecina de mi tía… Le recuerdo lo que decía Chesterton: que la prueba de que la religión católica es la verdadera, es que se haya mantenido durante tantos siglos con ministros tan impresentables. ¿O no opina ella lo mismo del partido del Gobierno? Si a pesar de todo les sigue votando, es que está de Dios que así sea. Noto que no les gusta mi comentario, así que, para congraciarme, les hablo de Inda, a quién sé que detestan tanto como yo. Ay ese Guinda –así le llama la inconformista-, si hubiera estado presente cuando flagelaron a Cristo, hubiera sido de los que gritaban a Pilatos:¡Crucifícalo!. Llegados a este punto de indignación conciliadora, me da a mí por levantar el pañito que cubre lo que parece un bizcocho mojicón en el centro de la mesa camilla. Es entonces cuando mis tías se acuerdan de que lo tenían preparado para la merienda. Toma, llévatelo, para que lo comas el día de las votaciones, si es que ganan los tuyos, dice la lista socarrona,  mientras se estira el moño como si fuera una coleta. Y ya en el rellano, me despiden asegurándome que rezarán porque así ocurra, porque ellas son viejas y a ninguna de las dos les entusiasma demasiado que ganen los suyos. ¡Ojalá Dios escuche vuestras preces, mis queridas tías!

Temas

Sobre el autor

Esperanza Ortega es escritora y profesora. Ha publicado poesía y narrativa, además de realizar antologías y estudios críticos, generalmente en el ámbito de la poesía clásica y contemporánea. Entre sus libros de poemas sobresalen “Mudanza” (1994), “Hilo solo” (Premio Gil de Biedma, 1995) y “Como si fuera una palabra” (2007). Su última obra poética se titula “Poema de las cinco estaciones” (2007), libro-objeto realizado en colaboración con los arquitectos Mansilla y Tuñón. Sin embargo, su último libro, “Las cosas como eran” (2009), pertenece al género de las memorias de infancia.Recibió el Premio Giner de los Ríos por su ensayo “El baúl volador” (1986) y el Premio Jauja de Cuentos por “El dueño de la Casa” (1994). También es autora de una biografía novelada del poeta “Garcilaso de la Vega” (2003) Ha traducido a poetas italianos como Humberto Saba y Atilio Bertolucci además de una versión del “Círculo de los lujuriosos” de La Divina Comedia de Dante (2008). Entre sus antologías y estudios de poesía española destacan los dedicados a la poesía del Siglo de Oro, Juan Ramón Jiménez y los poetas de la Generación del 27, con un interés especial por Francisco Pino, del que ha realizado numerosas antologías y estudios críticos. La última de estas antologías, titulada “Calamidad hermosa”, ha sido publicada este mismo año, con ocasión del Centenario del poeta.Perteneció al Consejo de Dirección de la revista de poesía “El signo del gorrión” y codirigió la colección Vuelapluma de Ed. Edilesa. Su obra poética aparece en numerosas antologías, entre las que destacan “Las ínsulas extrañas. Antología de la poesía en lengua española” (1950-2000) y “Poesía hispánica contemporánea”, ambas publicadas por Galaxia Gutemberg y Círculo de lectores. Actualmente es colaboradora habitual en la sección de opinión de El Norte de Castilla y publica en distintas revistas literarias.