Nada en este mundo es fácil. Robar tampoco es fácil, hay que esforzarse y tener aptitudes para hacerlo lo que se dice bien, es decir, a derechas. En el caso de querer llegar a ser un buen ladrón, no vienen mal unos consejos de quien tiene experiencia sobre el tema. Eso lo sabían los encargados del PP que hicieron el “powerpoint” para explicar a sus cargos electos de Valencia, Baleares y otras autonomías de la madre patria cómo hacer bien las cosas para ocultar las comisiones y no ser descubiertos. Todo sea en aras de la buena financiación del partido. En escuelas de latrocinio declarado la literatura española del Siglo de Oro nos da buenos ejemplos, sobre todo si nos adentramos en el género de la Picaresca. Aunque el escritor que con más ironía trató el tema fue, como era de esperar, Miguel de Cervantes, el mismo que dio con sus huesos en la cárcel por un asuntillo de corrupción administrativa y el que, en consecuencia, mejor entendía las debilidades humanas. Pues bien, en “Rinconete y Cortadillo” nos muestra Cervantes una escuela de ladrones lo que se dice eficaz y bien organizada: la venta de Monipodio. Y lo primero que enseñaban en esa escuela era la jerga de germanías, es decir, el lenguaje que hablaba la gente del hampa para entenderse entre sí y no ser entendidos por el común de los mortales. Por ejemplo, al que consume la hacienda de otro, en germanías no se le llama ladrón, se le llama “agostador”. Eso, eso es lo que le ha fallado al PP: una jerga. No se puede hacer un powerpoint en español estándar, para que lo entienda hasta la magistrada del Supremo. O por lo menos no hacer tanto uso de mensajes de texto y teléfonos móviles -¡Ay, Bárcenas, sé fuerte!-. Ese mensaje, en germanías, no le hubiera dado a Rajoy tantos dolores de cabeza. Puede que hasta hayan colgado sus lecciones de sise en Facebook y las encuentre un periodista cualquier día sin querer. No, al menos deberían haber mandado las instrucciones por correo postal, y escritas como se escriben los mensajes secretos, con zumo de limón: se vaciaba la tinta de la estilográfica y se rellenaba con zumo de limón, eso lo sabía hasta el pequeño Nicolás –me refiero al auténtico-. Pero es que estos del PP no leían esos libros de entretenimiento a edades tempranas, desde pequeños estaban ya estudiando libros de lógica y alta filosofía. Allí es donde aprendieron el silogismo que aplicarán muy pronto, cuando llegue la sentencia de la Gürtel y no les sea favorable: Todos los seres humanos son unos agostadores, los del PP son seres humanos; luego, los del PP son unos agostadores. No digo más.