En mi última columna me preguntaba si la recién proclamada República Catalana sería un trampantojo, dado el comportamiento rayano en lo cómico de su Presidente, exiliado en Bruselas. Pero resulta que el gobierno de España posee la facultad de dotar de realidad a lo ilusorio, de tal manera que, con la decisión de cargar la escopeta del fiscal general Maza con toda la munición posible, ha logrado que hayan vuelto a la vida los antiguos fantasmas, hoy investidos de una dignidad que dudo mucho que hayan merecido. ¿Me recuerdan la división de poderes propia del estado democrático?, ¿Acaso alguien duda de que, al haber sido reprobados por el Parlamento tanto el Fiscal General como el Ministro de Justicia, muchos españoles ya no confiemos en la independencia judicial? Y en cualquier caso, al final lo que queda en la conciencia de los pueblos es el papel que representan cada uno de los personajes que conforman la narración de su historia. Vladímir Propp, en su análisis de los cuentos rusos de tradición oral, demostró que existe una estructura que se repite en todos los relatos tradicionales, y que sus arquetipos parecen estar inscritos en la mente humana, de la que constituyen una especie de cerne inamovible. Pues bien, en el relato político de lo sucedido en Cataluña en los últimos tiempos, veíamos un sainete de mal gusto, pero la torpeza de sus detractores le ha convertido en un verdadero drama. Y aunque sea casi imposible imaginarse al proscrito Puigdemont como un nuevo Robín Hood, no voy a ocultar que cada vez que veo al fiscal Maza, no puedo por menos de acordarme del sheriff de Nottingham, aquel que con saña inexplicable perseguía a los oprimidos sajones. Las afinidades entre Rajoy y Juan sin Tierra son indudables, así que no voy a remarcarlas; su silencio en los momentos críticos habla lo suficiente sobre ellas. Además, en su traslado a la cárcel, los seis exconsellers fueron objeto de las vejaciones justas para que muchos nos sintiéramos avergonzados lo justo también. Por cierto, y sé bien que este es otro tema, ¿se dan cuenta de que nadie se interesa por la suerte que han corrido las dos exconselleras encarceladas? Como en tantos ámbitos de la vida, las mujeres están ausentes de los relatos de heroísmo. Porque en esto han convertido las autoridades el sainete independentista, en un episodio en donde los ciudadanos pacíficos no querríamos intervenir ni siquiera en el papel de extras. ¿Cómo terminará la historia? La semana pasada, tras conocer la decisión de Rajoy de convocar rápidamente las elecciones, pensamos que terminaría bien. Ahora, tras los últimos acontecimientos, pienso que los catalanes no independentistas se verán obligados guardar sus banderas y callar de nuevo. Un alevín del Partido Popular advirtió a Puigdemónt de que iba a terminar como su antecesor Companys, encarcelado por el gobierno de la derecha republicana en 1934 por rebelión contra el estado y amnistiado por el Frente Popular, y que fue fusilado en1940, tras haber sido entregado a Franco por los nazis desde su exilio en Francia. Comprenderán por qué me pareció tan desacertada la comparación entre Puigdemont y Companys, pensé que era una estupidez el atribuirle a Piugdemont la grandeza destinada a los mártires; pero ahora veo que el Partido Popular está empeñado en conseguir lo que a todas luces parecía imposible. No, la República Catalana no era un trampantojo, lo dicen las manos esposadas a la espalda de Oriol Junqueras.