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Esperanza Ortega

Las cosas como son

El Spiderman de Mali

Así estaba yo, hecha un mar de dudas. ¿De verdad iba a dedicar mi columna a glosar los intentos desesperados y seguramente inútiles de echar de la Presidencia de España a Mariano Rajoy, cuyo partido ha sido recientemente condenado por haber formado parte de una mafia dedicada a blanquear dinero negro tras haberlo obtenido en comisiones fraudulentas? Algo así debe de haber sido, aunque quizá me equivoque en la jerga utilizada para describir el delito. Y entonces me acuerdo de que ya mucho antes de que Rajoy llegara al poder habíamos advertido lo que podía suceder si esto ocurría. Y ocurrió con creces: Rato, Cifuentes, Zaplana, González…. La lista sería interminable e insufrible. Como es insufrible el aburrimiento y la indignación- parece imposible, pero aburrimiento e indignación acaban conviviendo como dos buenos amigos-   tanto de mis lectores como de mí misma cuando pienso en tales asuntos.  Pero, ¿de qué otra cosa podría hablar? Y entonces aparece el Spiderman de Mali, ese gran hombre negro que trepa por el edificio del distrito 17 de París como si de un nuevo Tarzán se tratara, seguro de su fortaleza, decidido a salvar al niñito que se aferra a una cornisa del quinto piso y pide ayuda a gritos a las fuerzas del bien para que acudan a salvarlo. Porque en la ciudad ya no quedaban valientes capaces de realizar tales hazañas, parecía que el niño iba a caer irremediablemente, mientras todos lo miraban horrorizados y alguno se disponía a grabar su caída. Esto es lo que habría sucedido si no hubiera llegado a París un simpapeles que dice llamarse Mamoudou Gassama. Es un ilegal que, de haber sido interceptado por la gendarmería, no hubiera podido acudir en auxilio de nadie, un joven de esqueleto perfectamente desarrollado y complexión fornida, de sonrisa alegre y mirada tan inteligente como inocente. En Mali, ¿serán todos así?, ¿acaso esa nobleza es connatural a los jóvenes que se aventuran cada día, como Mamoudou, a intentar llegar al paraíso de Occidente?, ¿qué hazañas anónimas no habrán realizado él y sus compañeros para sobrevivir en el mundo despiadado de las concertinas?  Pero él niega que se haya comportado como un héroe. Lo niega como lo negaría Lancelot del Lago o cualquiera de los caballeros de la Tabla redonda: “es normal para mí actuar de esta manera, sobre todo cuando siento que puedo y debo hacerlo. Además, me gustan los niños”, dice con toda naturalidad. Y yo me acuerdo de esos príncipes de sangre africana a los que Lorca veía limpiar las escupideras en los hoteles de lujo de Nueva York, y los comparo con este hombre elegante y generoso, de los que ya no quedan en nuestro mundo, excepto en las películas de superhéroes producidas para el consumo de adolescentes recién destetados. Ahí estaba otro Spiderman sí, señor, el de verdad. Desnudo, pleno de autoridad y de humildad. Un inciso: qué diferencia su modestia con la fatuidad de un Cristiano Ronaldo, dándose golpes en el pecho como un gorila de goma cuando consigue encajar un gol. Mamoudou ha aceptado con gusto la nacionalidad francesa y un trabajo dentro del servicio de bomberos. Su hazaña, junto a la del niño, ha salvado su vida. Y hay que reconocer que Macron, presidente inteligente y con reflejos como buen francés (¿alguien cree capaz a Rajoy de algo así?)  ha salvado también a París al distinguir Mamoudou como el héroe que es. Porque París es hoy una ciudad mucho más segura: alguien vino de Mali para salvar a quien está en peligro.

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Sobre el autor

Esperanza Ortega es escritora y profesora. Ha publicado poesía y narrativa, además de realizar antologías y estudios críticos, generalmente en el ámbito de la poesía clásica y contemporánea. Entre sus libros de poemas sobresalen “Mudanza” (1994), “Hilo solo” (Premio Gil de Biedma, 1995) y “Como si fuera una palabra” (2007). Su última obra poética se titula “Poema de las cinco estaciones” (2007), libro-objeto realizado en colaboración con los arquitectos Mansilla y Tuñón. Sin embargo, su último libro, “Las cosas como eran” (2009), pertenece al género de las memorias de infancia.Recibió el Premio Giner de los Ríos por su ensayo “El baúl volador” (1986) y el Premio Jauja de Cuentos por “El dueño de la Casa” (1994). También es autora de una biografía novelada del poeta “Garcilaso de la Vega” (2003) Ha traducido a poetas italianos como Humberto Saba y Atilio Bertolucci además de una versión del “Círculo de los lujuriosos” de La Divina Comedia de Dante (2008). Entre sus antologías y estudios de poesía española destacan los dedicados a la poesía del Siglo de Oro, Juan Ramón Jiménez y los poetas de la Generación del 27, con un interés especial por Francisco Pino, del que ha realizado numerosas antologías y estudios críticos. La última de estas antologías, titulada “Calamidad hermosa”, ha sido publicada este mismo año, con ocasión del Centenario del poeta.Perteneció al Consejo de Dirección de la revista de poesía “El signo del gorrión” y codirigió la colección Vuelapluma de Ed. Edilesa. Su obra poética aparece en numerosas antologías, entre las que destacan “Las ínsulas extrañas. Antología de la poesía en lengua española” (1950-2000) y “Poesía hispánica contemporánea”, ambas publicadas por Galaxia Gutemberg y Círculo de lectores. Actualmente es colaboradora habitual en la sección de opinión de El Norte de Castilla y publica en distintas revistas literarias.