¿Se han disfrazado estos carnavales? Pocos lo han hecho. Al ambiente de temor y pesimismo le va mucho mejor la frase agorera del miércoles de ceniza: “polvo eres y en polvo te convertirás”. Eso es lo que dicen en la Iglesia mientras en la calle se entierra la sardina. Desde hace miles de años se viene celebrando esa ceremonia de regeneración social que en el Siglo XIV el Arcipreste de Hita tituló “La batalla entre don Carnal y doña Cuaresma”. Don Carnal, representante del buen vivir, del placer, de la alegría y el exceso, era vencido cíclicamente por doña Cuaresma, representante de la austeridad y la abstinencia. En el Siglo XVIII, Carlos III, para animar al pueblo a comer pescado en la cuaresma, anunció que iba a repartir cestos y cestos de sardinas en la Casa de Campo. Pero las sardinas llegaron podridas a su cita con el pueblo carnívoro. Los madrileños, sin embargo, no renunciaron al festejo y se lo pasaron mejor que nunca enterrando el regalo del Rey. Desde entonces se celebra el entierro de la sardina al final de los carnavales. Este año, sin embargo, la gente ha salido a la calle con otro fin mucho menos festivo: protestar contra la cuaresma definitiva que el gobierno pretende establecer con la reforma laboral. Aunque sí hay un sector alegre y dicharachero que celebra estos días su victoria. Me refiero a la directiva de la Confederación de Empresarios, a la que durante esta semana hemos visto y escuchado expresar su satisfacción incontenible. Eso sí, sin disfraz ninguno, porque no lo necesitan para bailar la danza de los vencedores. En otra columna comenté la obscenidad de los parlamentarios del PP cuando celebraban en el Parlamento el resultado positivo de la votación de las medidas económicas que iban a suponer la ruina para tantas familias españolas. Con aplausos, risas y abrazos iniciaron la celebración de su poder absoluto. Pero eso no fue nada al lado de la satisfacción incontenible de los empresarios ante la reforma laboral. Y se comprende, porque para ellos comienzan los carnavales perpetuos, la incontinencia total. Para los demás, la austeridad de doña Cuaresma. Todos tenemos que sacrificarnos para que ellos prosperen, aunque bien es verdad que algunos más que otros. ”Por tu mucha gula y tu gran golosina/ el viernes pan y agua comerás, sin cocina”, le decía doña Cuaresma a don Carnal. Algo semejante a lo que nos dicen estos empresarios y sus representantes gubernamentales, empeñados en hacernos creer que ha sido la vida regalada de la sociedad del bienestar la que ha propiciado la crisis. Los peores empresarios del mundo, los financieros más inútiles, los directivos más incompetentes, entre los que sobresalía Díez Ferrán, su anterior dirigente, se presentan ahora ante los medios de comunicación con una alegría mal disimulada, mientras las expectativas de los españoles se ven reducidas a cenizas. Algunos, sin embargo, se resisten a pagar las facturas con su sacrificio y protestan de manera airada. Me refiero a los estudiantes que han salido a la calle en Valencia y que, cautivos y desarmados, han sufrido un trato semejante al que la policía franquista daba a sus enemigos. ¿Qué quieren que celebremos este año durante los carnavales? Si ni siquiera nos reparten sardinas podridas…