El diccionario dice que la repanocha es algo extraordinario por bueno, malo o absurdo. No he encontrado una palabra mejor para referirme a lo que está sucediendo en España. Me refiero, por ejemplo, al indulto que aprobó la semana pasada el Consejo de Ministros para los edificios construidos en las playas al margen de la ley: en vez de ser demolidos, podrán venderse, comprarse y heredarse durante 75 años. Esta amnistía urbanística completa la amnistía fiscal que ya se decretó hace unos meses, para que los defraudadores que habían violado la ley se convirtieran en benefactores de nuestra economía. Dice el ministro que con este decreto se sentirán satisfechos los extranjeros con propiedades en España. Pero no hubiera hecho falta molestarse en decretar un indulto, al fin y al cabo, las leyes en España están para ser violadas, según afirmó Castelao Bragado, el presidente del Consejo General de la Ciudadanía en el Extranjero, en un rapto de lucidez y sinceridad que no ha sido reconocido como se merece. El problema fue que el gracejo de su comentario cayó mal entre el público femenino, así que el señor Castelao tuvo que dimitir, no sin antes precisar que él no había querido referirse a las mujeres, sino a las leyes mismas. Se expresó de manera confusa porque las mujeres y las leyes tienen mucho en común, si no que se lo pregunten al farmacéutico que ha sido absuelto de acoso sexual a pesar de haber besado y pellizcado en el culo a sus empleadas –perdonen mi lenguaje, es que no sé con qué vocablo se alude a esa parte de la anatomía humana en términos jurídicos-. Por lo visto no lo hacía con intención de violarlas, sino por razones sentimentales, y el juez, que no es un pijo ácrata, no le iba a dar un disgusto a un señor tan sentido. Por esa misma razón, este gobierno dicta decretos protectores para los violadores de leyes, para evitarles disgustos y quebraderos de cabeza. Solo faltaba eso. Entonces, la hipoteca, ¿ya no la tenemos que pagar?, me pregunta con sorna una amiga que todo lo critica. No, -le contesto- haciéndome la ingenua. Si no pagas la hipoteca te ponen de patitas en la calle, como dicta la ley. Se indulta a los que operan con dinero negro en grandes cantidades, y a los que construyen palacetes en terreno prohibido. Balsac dijo lo mismo en lenguaje figurado: la ley es una tela de araña en la que solo quedan atrapados los insectos pequeños, los grandes logran traspasarla. Ayer abrí el periódico y leí que Feijoo había camuflado 400 millones de euros en sus últimos presupuestos, y que a Zaplana, mucho antes, se le había olvidado que pagó a Julio Iglesias seis millones de pesetas por dos conciertos. ¿Estará preparando el gobierno otros indultos para estos dos casos y otros semejantes? No sé. Quizá Rajoy está intentando convencer a Moisés de que recorte su decálogo suprimiendo el séptimo mandamiento. Con este mínimo ajuste se arreglaría de un plumazo el código penal. Lo que yo no me explico es el empeño de los manifestantes indignados por llegar hasta las puertas mismas del Parlamento. Su destino debían ser los bancos, en donde al menos se respeta la ley del dinero, que hasta hoy es la única verdaderamente inviolable. Juzguen ustedes el panorama. A don Vito Corleone le parecería bueno, a una amiga mía le parece malo y a otra le parece absurdo. A mí solo se me ocurre que es la repanocha.