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Esperanza Ortega

Las cosas como son

Y usted, ¿de qué se ríe?

¿Qué es lo que nos distingue de las otras especies? La risa y el llanto, sin ninguna duda. Pero a llorar se nace sabiendo, en cambio, poco a poco aprendemos a reír. El niño nos dice que ha llegado al mundo llorando desaforadamente, pero tarda en llegar a sumergirse bajo la ola entrecortada de la risa ¡Qué emoción! Eso quiere decir que ya es un ser humano. “Tu risa me hace libre /me pone alas…”  decía Miguel Hernández en “Nanas de cebolla”. La carcajada es obra de los ángeles de la risa, que le hacen cosquillas al alma del niño. Cuando nos partimos de risa, asoma nuevamente nuestra alma perdida. Nosotros decíamos en casa que nos destornillábamos de risa, con esa etimología popular que confunde sabiamente ternilla con tornillo. ¿No es verdad que al que ríe le falta un tornillo? ¡Ay! Mientras reímos nos volvemos ligeros, liberados del peso de la responsabilidad. Por eso en Mery Poppins subían los rientes hasta el techo. ¿Se acuerdan? ¡Qué risa! Dice un Proverbio japonés que el tiempo que pasa un hombre riendo es tiempo que pasa con los dioses. Nunca entendí la razón de que las monjas nos riñeran cuando reíamos en la capilla. ¿Hay  mejor manera de alabar la creación que la risa? Existen, sin embargo, risas que producen lástima, como la risa de los tontos, y risas que producen miedo, como la risa inmotivada de los locos. Y hay risas que nos arañan con uñas afiladas, como la risa impertinente del soberbio, que celebra su victoria sobre el infortunado. “En nada se revela mejor el carácter de las personas, como en los motivos de su risa”. Eso lo dijo Goethe, que conocía hasta la risa del Diablo. La frase del autor de “Fausto” me hace recordar la escena en que la cúpula de la CEOE reía a carcajadas mientras celebraba la aprobación de la Reforma laboral. ¿Se acuerdan? También reían los diputados del PP cuando la votaron en el Congreso, reían y se abrazaban ufanos. Luego les advirtieron que no convenía que les viéramos reír. Pero en el debate del Estado de la Nación, no pudieron contenerse, ¡qué alegría incontenible la de ver a su líder tan elocuente y satisfecho de haberse conocido! ¡Olé!, gritaba Arenas. ¡Memorable!, murmuraba Gallardón, más discreto. Pero había uno que resaltaba entre todos los felices: se llama Rafael Hernando y ríe siempre como un descosido la maestría insuperable de Rajoy. “Ríe, ríe, ríe…”, como la divina Eulalia de Rubén Darío. ¿Se imaginan a un fiscal que riera al conocer la sentencia condenatoria del reo? Pues eso es lo que hacen esos diputados, reírse mientras condenan a la pobreza y al sufrimiento. Por eso, en venganza, el pueblo se ríe de la autoridad. Es lo que han hecho los italianos al votar a Grillo, aunque lo que no tiene ninguna gracia es que hayan votado también a Berlusconi, otro payaso mucho más corrupto. Los españoles, para no ser menos, votaremos a Bárcenas en la próxima legislatura. Hay que reconocer que su demanda contra el PP por despido improcedente tiene su qué, ¿no les parece?. ¿Se le habrá congelado la risa al señor Hernando? Es un hombre de mucha retranca. ¿Recuerdan cuando dijo que la sanidad universal no significaba médico gratis para el universo entero? Se refería a los emigrantes enfermos. Fue muy celebrado entre sus filas. A Bárcenas, que todavía estaba en plantilla, seguro que le hizo mucha gracia. “¡Ay de quien sus sobres y frases recoja!/ ¡Ay de quien del libro de cheques se fíe!/Con sus ojos lindos y su gran bocaza/el malvado Bárcenas, ríe, rie, rie…” No será la “Sonatina” de Rubén Darío, pero es lo que hay. ¿El único consuelo?: que no rían los últimos.

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Sobre el autor

Esperanza Ortega es escritora y profesora. Ha publicado poesía y narrativa, además de realizar antologías y estudios críticos, generalmente en el ámbito de la poesía clásica y contemporánea. Entre sus libros de poemas sobresalen “Mudanza” (1994), “Hilo solo” (Premio Gil de Biedma, 1995) y “Como si fuera una palabra” (2007). Su última obra poética se titula “Poema de las cinco estaciones” (2007), libro-objeto realizado en colaboración con los arquitectos Mansilla y Tuñón. Sin embargo, su último libro, “Las cosas como eran” (2009), pertenece al género de las memorias de infancia.Recibió el Premio Giner de los Ríos por su ensayo “El baúl volador” (1986) y el Premio Jauja de Cuentos por “El dueño de la Casa” (1994). También es autora de una biografía novelada del poeta “Garcilaso de la Vega” (2003) Ha traducido a poetas italianos como Humberto Saba y Atilio Bertolucci además de una versión del “Círculo de los lujuriosos” de La Divina Comedia de Dante (2008). Entre sus antologías y estudios de poesía española destacan los dedicados a la poesía del Siglo de Oro, Juan Ramón Jiménez y los poetas de la Generación del 27, con un interés especial por Francisco Pino, del que ha realizado numerosas antologías y estudios críticos. La última de estas antologías, titulada “Calamidad hermosa”, ha sido publicada este mismo año, con ocasión del Centenario del poeta.Perteneció al Consejo de Dirección de la revista de poesía “El signo del gorrión” y codirigió la colección Vuelapluma de Ed. Edilesa. Su obra poética aparece en numerosas antologías, entre las que destacan “Las ínsulas extrañas. Antología de la poesía en lengua española” (1950-2000) y “Poesía hispánica contemporánea”, ambas publicadas por Galaxia Gutemberg y Círculo de lectores. Actualmente es colaboradora habitual en la sección de opinión de El Norte de Castilla y publica en distintas revistas literarias.