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Esperanza Ortega

Las cosas como son

Jorge Semprún se despide de ustedes


“Españolito que vienes/ al mundo, te guarde Dios./ Una de las dos Españas/ ha de helarte el corazón”. Estos versos son de Antonio Machado, y puede que los recordara el padre de Jorge Semprún en el tren en que viajaba hacia el exilio durante la Guerra Civil, con su hijo de trece años. Sí, desde el Siglo XVIII ha habido dos Españas, la que comenzó con los ilustrados y la de los castizos, que les acusaban de afrancesados y traidores a las tradiciones patrias. Es verdad que hubo algunos que colaboraron con los franceses, pero fueron los menos. La mayoría defendió la España en que creían, con pasión y sacrificio. Demócratas de convicción, lucharon contra la invasión napoleónica, pero celebraron que las tropas francesas abrieran los calabozos de la Inquisición, esa institución tan santa y tan española, que aún seguía torturando en el Siglo XVIII. A esa otra España desterrada y, sin embargo, llena de corazón, la llamó Bergamín la “España peregrina”, y encontró acomodo en el mundo entero durante la dictadura franquista, desde Francia hasta México: esas fueron sus fronteras invisibles. Jorge Semprún era hijo de un exiliado, igual que Larra, y como él recibió una educación esmerada, tan esmerada que desagradaba a los castellanos viejos, a aquellos que creen que quien no desafina cantando el “Asturias, patria querida”, después de comer una tortilla de patata y beber unos vasos de vino, no es un verdadero patriota. No, a Semprún yo le veo más bien entonando La Marsellesa, con la melancolía y la elegancia con la que la cantaba en Casablanca Humphrey Bogart. Porque su letra no les gustaba a los nazis fue detenido en París a los veinte años, acusado de pertenecer a la Resistencia Francesa, y conducido al Campo de Concentración de Buchenwald. ¡Eso sí! Con la etiqueta de “político español”. ¿Español o francés?, ¿en qué quedamos? Eso es lo que le echaban en cara sus detractores cuando Felipe González le nombró Ministro de Cultura, que no era español, que no se sabía en qué idioma pensaba mientras seguía traduciendo a Góngora al francés. Miembro del Partido Comunista desde 1943, adoptó el nombre de Federico Sánchez para entrar en España en la clandestinidad en los tiempos en que ser del Partido Comunista significaba jugarse la vida. Y con ese nombre fue expulsado del Partido por Santiago Carrillo, cuando su postura antitotalitaria se hizo insoportable para los comunistas dogmáticos, españoles de pura cepa. ¿Le considerarían también ellos un afrancesado? Sin ninguna duda, y un traidor a la patria comunista. Rojo para su familia conservadora, comunista peligroso para la policía nazifranquista, intelectual burgués para los comunistas… ¿A qué España perteneció Jorge Semprún? A la que tiene que vivir con nombre falso, a la que muere lejos de su patria, donde habita el olvido. El miércoles pasado su ataúd llegó envuelto en la bandera republicana, como el de Antonio Machado en Colliure. Y sin embargo… no creo que muchos españoles peregrinen hasta su tumba para dejarle flores, como ocurre en la tumba del poeta ¿Saben que no pudo entrar en la Academia Francesa porque era español? Pero ninguna de las dos Españas, ni la que no termina nunca de morir ni la que sigue bostezando, le consideró suyo. Sin duda las dos Españas helaron sus dos corazones. Abro “Federico Sánchez se despide de ustedes”, uno de sus últimos libros, y descubro que su única patria es la escritura. En ella descanse en paz.

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Sobre el autor

Esperanza Ortega es escritora y profesora. Ha publicado poesía y narrativa, además de realizar antologías y estudios críticos, generalmente en el ámbito de la poesía clásica y contemporánea. Entre sus libros de poemas sobresalen “Mudanza” (1994), “Hilo solo” (Premio Gil de Biedma, 1995) y “Como si fuera una palabra” (2007). Su última obra poética se titula “Poema de las cinco estaciones” (2007), libro-objeto realizado en colaboración con los arquitectos Mansilla y Tuñón. Sin embargo, su último libro, “Las cosas como eran” (2009), pertenece al género de las memorias de infancia.Recibió el Premio Giner de los Ríos por su ensayo “El baúl volador” (1986) y el Premio Jauja de Cuentos por “El dueño de la Casa” (1994). También es autora de una biografía novelada del poeta “Garcilaso de la Vega” (2003) Ha traducido a poetas italianos como Humberto Saba y Atilio Bertolucci además de una versión del “Círculo de los lujuriosos” de La Divina Comedia de Dante (2008). Entre sus antologías y estudios de poesía española destacan los dedicados a la poesía del Siglo de Oro, Juan Ramón Jiménez y los poetas de la Generación del 27, con un interés especial por Francisco Pino, del que ha realizado numerosas antologías y estudios críticos. La última de estas antologías, titulada “Calamidad hermosa”, ha sido publicada este mismo año, con ocasión del Centenario del poeta.Perteneció al Consejo de Dirección de la revista de poesía “El signo del gorrión” y codirigió la colección Vuelapluma de Ed. Edilesa. Su obra poética aparece en numerosas antologías, entre las que destacan “Las ínsulas extrañas. Antología de la poesía en lengua española” (1950-2000) y “Poesía hispánica contemporánea”, ambas publicadas por Galaxia Gutemberg y Círculo de lectores. Actualmente es colaboradora habitual en la sección de opinión de El Norte de Castilla y publica en distintas revistas literarias.