¿Qué tienen que ver los gatos con los funcionarios? Eso lo entienden los lectores de “Miau”, la novela de Galdós. Se la recomiendo a los que critican los “privilegios” de los funcionarios. Allí verán cómo funcionaba España antes de que hubiera una ley que estableciera la igualdad de oportunidades a la hora de presentarse a las oposiciones para obtener una plaza en la administración. Entonces los empleados públicos se elegían a dedo y quedaban “cesantes” cada vez que cambiaba el gobierno, para ser sustituidos por otros allegados al partido que había ganado las elecciones. Es lo que le ocurrió al protagonista de “Miau”. Sin embargo, poca gente lo entiende o lo quiere entender, y los funcionarios ya nos hemos acostumbrado a escuchar chistes en los que somos calificados como vagos e inútiles, sobre todo en los tiempos de crisis. Lo que más se nos echa en cara es que tengamos nuestra plaza fija, que no dependamos de las leyes de la competencia y del mercado. Cuando hablo de los funcionarios no me refiero a los “asesores” designados a dedo, que llenan los ministerios y administraciones autonómicas, sino a los que hacen que funcionen las escuelas, los hospitales, las aduanas, el tráfico, los servicios sociales, las bibliotecas…. con un gobierno o con otro. La mayoría provienen de las clases medias bajas, gente que no tiene contactos para ascender en la escala social ni capital para establecer sus propias empresas. Por eso estudia y prepara oposiciones. Es verdad que este grupo tiene unas ventajas sobre el resto de los trabajadores en los tiempos de crisis, sobre todo el derecho a no ser explotado impunemente. Así, las mujeres funcionarias no corren peligro de que las echen del trabajo cuando se quedan embarazadas y tampoco están expuestos a que les manden a casa cuando un enchufado del jefe quiere colocar a un amigo o pariente. ¿Qué sociedad es ésta donde eso parece un privilegio? ¿Y qué sociedad es ésta donde cualquier buscavidas, por ejemplo un tipo como Díez Ferrán, puede ser elegido Presidente de la Asociación de Empresarios? No creo que Díez Ferrán hubiera aprobado nunca unas oposiciones, pero, de haberlo hecho, hubiera sido expulsado del cuerpo en cuanto se hubieran descubierto sus fechorías. Tampoco “el Bigotes” de la trama Gürtel era funcionario, ni lo era Roldán, aunque se hacía pasar por tal, como tampoco lo era Ruiz Mateos ni Mario Conde, ni los son los directivos de empresas y Cajas que han llevado a nuestro país a la quiebra. Estos últimos son gente emprendedora y ejemplar a los que tenemos que pagar millones por sus contratos blindados cuando quiebran sus empresas. Los grises funcionarios, al contrario, han admitido sin rechistar que les bajen los sueldos, ya de por sí nunca elevados. De algún sitio tiene que salir el dinero necesario para que los mercados no decidan hundirnos del todo en la miseria. Pero, a cambio, podrían permitirnos que hagamos alguna propuesta para mejorar la situación del país al que servimos. Yo propondría, por ejemplo, que se convocaran oposiciones a controladores aéreos y que éstos pasaran a pertenecer a esa casta tan vituperada que se levanta cada mañana para cumplir con su obligación sin que un guardia civil tenga que presentarse en su casa para conminarle a que acuda al trabajo. Y si no lo hacen, que se les envíe a casa sin empleo ni sueldo, como nos ocurre a los funcionarios. ¿No lo entienden aún? Pues piensen un poco, porque es muy sencillo, tan simple que lo comprenden incluso los gatos. Y los funcionarios.