Parece evidente que hoy toca hablar de Libia. ¿Alguien puede pensar en otra cosa que en la pobre gente que ha de morir para que Gadafi se mantenga unos días más en el poder? La ridiculez del fantoche nos podría hacer creer que está representando un espectáculo circense, pero la risa se nos congela en la boca al pensar en el centro de tortura que se ha descubierto en los bajos de su palacio de Bengás. La miseria general parece pecata minuta al lado de tales atrocidades. Sin embargo, el pueblo libio, como el egipcio y el tunecino, está dando muestras de un saber hacer que debería avergonzarnos a los occidentales, que hemos apoyado a los peores dictadores a cambio de un puñado de barriles de petróleo. ¿De qué otra cosa se puede hablar hoy que de esta lucha entre David y Goliat en la que, afortunadamente, el gigante está siendo vencido? Pues a mí, sin embargo, no se me quita de la cabeza otra noticia que leí hace ya quince días. Bono, el político español, tan patriota y cristiano, saludaba a Teodoro Obiang, el dictador más cruel que existe hoy en la humanidad entera, y le decía que “es mucho más lo que nos une a los españoles a la Guinea actual que lo que nos separa de ella” La razón de esa conmovedora alianza es que ambas naciones hablamos el mismo idioma. Sí, es verdad que Obiang estudió en España, en la Universidad del Opus Dei, y que utiliza el léxico español para amenazar a su pueblo esclavizado. Solo un botón de muestra. Esto es lo que dijo la radio estatal guineana en 2003: “El Presidente Obiang es un dios que está en contacto permanente con el Todopoderoso, y puede matar a cualquiera sin que nadie le pida cuentas y sin ir al Infierno, porque es el dios mismo”. Por eso subió al poder tras asesinar a su tío Macías, casi tan perverso como él, y por eso Obiang asesina y roba cada día sin el menor remordimiento. Pero Guinea es el tercer productor de petróleo del continente africano, así que hay que sonreír a Obiang y decir que estamos encantados de parecernos tanto a él. ¿Será verdad, acaso? ¡Es que habla español! Cuando Bono aludió a los Derechos Humanos, sin embargo, cambió de tema, como si no le hubiera entendido. No, Obiang no habla nuestro idioma, habla el idioma de la crueldad, el idioma de Gadafi, de Hitler, de Pinochet y de todos los dictadores asesinos, y ese ya no es el idioma español. Justo Bolekia Boleká, poeta exiliado de Guinea Ecuatorial, decía en una entrevista: “Para que en Occidente haya luz las 24 horas del día, tiene que haber acuerdos con el dictador, no importa la gente que muera” Y a Bolekia Boleká le entendemos perfectamente porque sí que habla nuestro idioma. Condoleezza Rice no entiende bien sus palabras y sigue llamando “buen amigo” a Obiang, Bono le sonríe, pero a los que todavía conservan un poco de vergüenza se les cae la cara encima del periódico al leer la noticia. ¿Hasta cuándo? La respuesta la tiene la multitud que se reúne en las plazas de cualquier continente exigiendo pan y libertad, en cualquier lengua del mundo. Esos hombres y mujeres de todas las razas se entienden entre sí porque hablan un idioma semejante, el idioma universal de los seres humanos que las sociedades opulentas hoy parecen haber olvidado.