>

Blogs

Esperanza Ortega

Las cosas como son

La buena noticia


El ideal de todo reportero es poder dar una buena noticia. Sin duda las noticias buenas son escasas, porque lo bueno no suele ser noticia. Me explico: la buena salud, la tranquilidad, la bonanza económica… no son comentadas ni siquiera entre la familia y los amigos. Solo lo extraordinario es digno de contarse. Y entre lo extraordinario lo que prima es el conflicto. Si a alguien le descubren una enfermedad mortal o le proponen súbitamente un divorcio o se queda sin trabajo, seguro que escuchamos su relato con interés. Pero si nos cuenta que está como una rosa, que le va bien en su matrimonio y que a su profesión no le afecta la crisis nos distraeremos con el vuelo de una mosca mientras le escuchamos. Algo parecido sucede a la hora de redactar las noticias de un periódico. Aunque los reporteros, desgraciadamente, nunca tienen problema para llenar las páginas de malas noticias: terrorismo, desastres naturales, paro, guerras… hay en el mundo para dar y tomar. Y si la actualidad no abre una nueva herida, siempre se puede echar mano de las enquistadas, de los problemas crónicos con las que convivimos con naturalidad. Me refiero al hambre que devora a la población de medio mundo, al peligro de las centrales nucleares y al calentamiento progresivo del planeta, por poner los ejemplos que se me vienen a la cabeza a bote pronto. Pero la buena noticia abunda tan poco… La buena noticia sería que se ha llegado a un acuerdo de desarme mundial, que ETA y AL QAEDA han decidido entregar las armas, que se ha descubierto una energía alternativa buena, bonita y barata, que Gadafi se ha marchado de Libia, que un plan de reparto de la riqueza va a acabar con la desesperación y el hambre que asola la mitad -¿me quedaré corta, acaso?- de los habitantes de la tierra. Eso esperaba yo que hubiera sucedido cuando el locutor anunció el lunes en la radio que iba a dar una buena noticia. Fue tal mi asombro que, con lo friolera que soy, cerré el grifo de la ducha. Y así, enjabonada, escuché que Bin Laden había sido asesinado. En las calles de Nueva York ya lo celebraban con gritos de alborozo, aunque con alguna reserva por parte de los que sentían no haber sido ellos los que personalmente pusieran la soga al cuello del terrorista más buscado. Ya se sabe, la ceremonia del linchamiento que conocemos por las películas del Oeste. Y no se crean que disculpo en absoluto a Bin Laden, que, por otra parte, aprendió moral y buenas costumbres cuando era colaborador de la C.I.A en la anterior guerra de Afganistán. Pero eso es agua pasada. A mí la buena noticia me hizo tiritar porque pensé, como todas las personas de sentido común, que la muerte de Ben Laden podía desencadenar más atentados ahora que parece que las cosas se van encarrilando en los países árabes, y porque soy una antigua de esas que todavía creen en la conveniencia de que a los delincuentes se les juzgue y, en el peor de los casos, se les condene a cadena perpetua. Así que volví a abrir el grifo de la ducha y el agua calentita entonó mi alma temblorosa, como sucede todas las mañanas, mientras escucho las malas noticias.

Temas

Sobre el autor

Esperanza Ortega es escritora y profesora. Ha publicado poesía y narrativa, además de realizar antologías y estudios críticos, generalmente en el ámbito de la poesía clásica y contemporánea. Entre sus libros de poemas sobresalen “Mudanza” (1994), “Hilo solo” (Premio Gil de Biedma, 1995) y “Como si fuera una palabra” (2007). Su última obra poética se titula “Poema de las cinco estaciones” (2007), libro-objeto realizado en colaboración con los arquitectos Mansilla y Tuñón. Sin embargo, su último libro, “Las cosas como eran” (2009), pertenece al género de las memorias de infancia.Recibió el Premio Giner de los Ríos por su ensayo “El baúl volador” (1986) y el Premio Jauja de Cuentos por “El dueño de la Casa” (1994). También es autora de una biografía novelada del poeta “Garcilaso de la Vega” (2003) Ha traducido a poetas italianos como Humberto Saba y Atilio Bertolucci además de una versión del “Círculo de los lujuriosos” de La Divina Comedia de Dante (2008). Entre sus antologías y estudios de poesía española destacan los dedicados a la poesía del Siglo de Oro, Juan Ramón Jiménez y los poetas de la Generación del 27, con un interés especial por Francisco Pino, del que ha realizado numerosas antologías y estudios críticos. La última de estas antologías, titulada “Calamidad hermosa”, ha sido publicada este mismo año, con ocasión del Centenario del poeta.Perteneció al Consejo de Dirección de la revista de poesía “El signo del gorrión” y codirigió la colección Vuelapluma de Ed. Edilesa. Su obra poética aparece en numerosas antologías, entre las que destacan “Las ínsulas extrañas. Antología de la poesía en lengua española” (1950-2000) y “Poesía hispánica contemporánea”, ambas publicadas por Galaxia Gutemberg y Círculo de lectores. Actualmente es colaboradora habitual en la sección de opinión de El Norte de Castilla y publica en distintas revistas literarias.