¿Han visto el revuelo que se ha montado con el Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia? Más de seis millones de euros ha costado al erario público la edición de obra tan desatinada, en la que, por ejemplo, se niega que Franco fuera un dictador. Cuando me enteré de que la biografía del Generalísimo había sido encargada nada menos que a Luis Suarez, el famoso rector de la Universidad de Valladolid en los penúltimos años de la Dictadura, recordé el día en que lo vi por vez primera. Iniciaba mi carrera de Filosofía y Letras y había acudido al Paraninfo, también recién estrenado, para escuchar una conferencia de Otilino del Oro, de nombre y actitud igual de pintorescas. Representante de la UNESCO, Otilino del Oro parecía ignorar que España era una dictadura, y nos hablaba de libertad y de diálogo, con el beneplácito de Luis Suarez, rector magnífico, que magníficamente nos conminó a desalojar la sala en cuanto una estudiante le dirigió una pregunta comprometida. Así entendía él la libertad de expresión. El acto terminó como solían acabar las apariciones públicas de Luis Suarez, con las porras de la policía campando por sus respetos. Él sonreía complacido, como Nerón cuando contemplaba a sus legiones. El curso anterior había dado una bofetada a un estudiante que le había llevado la contraria, y ese mismo curso pronunciaría una de sus sentencias dignas de pasar a la historia: “Pensar en la conveniencia de que los estudiantes participen en la Ley de Educación es como pensar que los conejos deben opinar sobre la Ley de Caza”. Juzguen ustedes su altura intelectual. Sin embargo, según leo en una entrevista, al Marqués de Castrillón, actual director de la Academia de la Historia, le parece Luis Suarez un hombre liberal, idóneo para interpretar la historia reciente de nuestro país. También dice el Ilustrísimo Señor que si en su academia hay pocas mujeres es porque “ellas” cuidan de sus hijos y no tienen tiempo para consultar los archivos. ¡Hay que ver lo que ha degenerado la Academia de la Historia, desde que en el Siglo de las Luces trabajaba en su seno Jovellanos! ¿Qué ha pasado desde entonces en España? Pues, entre otras desgracias, una que duró 40 años: la Dictadura del general Franco. Grandes historiadores siempre ha habido en nuestro país, lo que pasa es que los mejores, como Américo Castro o Sánchez Albornoz, se habían exiliado al otro lado del Atlántico, mientras Luis Suarez y sus compinches ocupaban sus plazas en las Universidades. Asistí al mismo paraninfo en los primeros años de la Transición, cuando ya había terminado la carrera, para escuchar a Sánchez Albornoz, que acababa de regresar del exilio. El acto tuvo que celebrarse en el aula Mergelina porque el maestro de historiadores se negó a hablar junto al busto de Franco que aún presidía el paraninfo. Su conferencia fue memorable, emocionante, y no les cuento más porque se me acaba la columna. Solo les digo que, a pesar de Luis Suarez, muchas estudiantes terminamos la carrera, hicimos oposiciones y cuidamos de nuestros hijos mientras desarrollábamos nuestro trabajo profesional con bastante más dignidad que los citados académicos. Y además, conservamos una capacidad que deberían valorar los historiadores: la memoria. ¿Quieren saber quién es quién? Pues que nos lo pregunten a nosotras, tenemos mucho que contar.