Por primera vez en mi vida, ésta ha sido la primera gala de Los Goya que veo casi íntegra. Entera, entera es complicado, porque por muy forofo que sea uno del cine, no levantarse del sofá en casi tres horas es prácticamente imposible. Y la verdad, uno echa de menos los anuncios. Por lo menos se aprovechaban esos ratos para ir al baño, visitar el frigorífico, ponerse el pijama, hablar con la pareja… Ahora hay que aguantar el tirón hasta que acaba, o arriesgarse a levantarse y perderse lo mejor de la gala. Es que es matemático; tú te has visto la ceremonia desde la alfombra verde y, cuando ya no puedes aguantar más, sales corriendo al lavabo. En ese momento es cuando enfocan a Pe y Bardem por primera vez en la historia, se reconcilia Almodóvar con la Academia, se confunde Marisa Paredes al enunciar un premio, o presenta la ceremonia Pocoyó. Luego te lo cuentan y no te lo crees. Menos mal que para luchar contra Murphy y sus machaconas leyes está Internet, donde puedes encontrar lo que sea que uno se haya perdido. Así, ya nadie te podrá molestar más en el trabajo: “La gala de los Goya muy bien, sobre todo cuando dispararon a Buenafuente y, desde el suelo, cantó Penélope de Serrat”, Y claro, tú eso no lo has visto, pero contestas. “Eso estará colgado en Internet”.
La Red es lo que tiene. Que el que se haya perdido algo, es porque quiere. Y eso que ha sido la más vista de la historia. 4.5 millones de españoles delante de la televisión, y todos ellos con el mismo pensamiento: ¿por qué Bimba Bosé iba ayer disfrazada de David Bowie? O eso, o es que quería hacer un guiño a Bob Esponja. Muchos televidentes llegaron a pensar que se habían confundido de canal y que, en lugar de Los Goya, estaban siguiendo el desfile del Carnaval. Y no sólo por Bimba. ¿qué me dicen de la chaqueta de Óscar Jaeneda, o del perrito de María Reyes, o el vestido de Leire Pajín en su conjunto?
Por lo demás (vale, ya hablo de las películas), la ceremonia estuvo sorprendentemente divertida, muy ágil, Buenafuente muy-bien-gracias, y los agradecimientos de los premiados, como siempre, pese al tirón de orejas del presidente de la Academia que, en su afán presidencial por agilizar, pidió que no se acordaran tanto de la familia en los discursos.
De los premios, me quedó con dos. Los que recibió El secreto de sus ojos por mejor película hispanoamericana y el de mejor actriz revelación.
Del resto, los premios hablan solos. 8 Goya para Celda y 7 para Ágora. Y, lo más importante, el repaldo del público español (en el año de la crisis).