Era inevitable reirse. Parecía casi cómico, de locos. Gente que paseaba por la calle hablando por un teléfono. De partirse, oye. Te los quedabas mirando. “Mira ese idiota, parece que va hablando solo”. Solían ser hombres trajeados que aparentemente cerraban importantes operaciones bursátiles que les ataban a su teléfono de por vida. “Compra”, “vende”, “cierra ese trato”… Sólo daban pena. Han pasado más de diez años, y ahora el ‘raro’ es el que te dice que no tiene teléfono móvil, sólo fijo (o, incluso, nada). Que extraño, será algún antisocial. O un hippie. O a saber qué. El teléfono móvil se ha impuesto en nuestras vidas. Antes se ponía la radio o la tele “por la compañía”. Ahora tienes el móvil y hay actividades de tu vida que no podrías emprender sin él. Para algunos es un amigo, para muchos un enemigo e, incluso, los dos; y para todos una oportunidad.
Como el móvil, Internet también ha conseguido meterse en nuestras vidas. Y, en este caso, el conocimiento lleva al cariño y éste, como ocurre entre muchas parejas, a la dependencia. ¿Alguien ha vuelto a consultar una enciclopedia que no sea la wiki?, ¿existe otra forma de buscar información que no sea a través de google?, ¿quién programa un viaje sin leer un mapa virtual? Y qué me dicen de las redes sociales, y del correo electrónico… Está claro que Internet engancha y que cada vez hay más gente que escoge esta herramienta para informarse, charlar con los amigos, proyectar las vacaciones, comprar todo tipo de artículos, jugar, trabajar y relacionarse.
Hoy es el Día de Internet, y para los que vivimos colgados de este medio, sólo nos queda congratularnos con la efeméride y desearle muchos años de vida y una plena madurez (que falta le hace).