Entiendo la frustración de muchos fans de Perdidos. Seis temporadas, 121 capítulos y casi 100 horas de accidentes, persecuciones, enamoramientos, muertes y, sobre todo, misterios. Tantos años siendo fiel a la serie (muchas se han bajado de la montaña rusa por el camino, desconcertados con los saltos en el tiempo y la maraña argumental), para que termine como todo, con la muerte. Ciertamente es frustrante, ¿pero acaso la vida no lo es? Y es que Perdidos es como la vida. Repleta de misterios que, al final de nuestro camino, se disuelven empequeñecidos en la trascendencia de aceptar lo insignificante de nuestra existencia.
Yo no sé si soy fan de Perdidos por la curiosidad de conocer el origen del Humo negro, o entender por qué secuestraron a Walt, por qué a Kate le sentaba tan bien la falta de higiene, o por qué razón Hugo parecía cada día más gordo pese a vivir correteando por una isla en la que la comida debería escasear.
Perdidos es mágica en sí, desde su primer día, y no por sus interrogantes sino por sus personajes. Un grupo de gente que sufre un accidente de avión, caen en un lugar hostil y deben sobrevivir pese a todo. Y cada situación que se les presenta en increíble y maravillosa, y es en el momento de resolver los conflictos, donde Perdidos crece, engancha y fideliza.
Hay quien ha encajado con desolación el final de la serie. Pues si todos estaban muertos, dicen, no entendemos tantas idas y venidas. Quieren denunciar a los creadores por el vértigo, sin entender que el sentimiento de mareo es lo que da sentido a la serie.
Yo creo que sí vivieron la aventura de la isla, que sí se enamoraron, que sí que se odiaron, que mataron, lloraron, sufrieron, rieron y murieron. Y el guión da detalles en el capítulo final de ello: El señor Sheppard deja claro que en esa vida paralela (tan similar al purgatorio) Jack se encuentra con las personas que han sido importantes en su vida. Además, Hugo le dice a Ben que ha sido un muy buen “segundo”. Después de la muerte hablan sobre las situaciones de la isla, ¿cómo podría haber pasado esto si todos hubieran fallecido en el accidente de avión? ‘Lost’ es una defensa de que la vida puede con la muerte, de que hay algo (bueno) más allá, de que no estaremos solos…
A mí me ha emocionado la última imagen de Jack, en una escena redonda, que cierra el círculo que se inició en el primer capítulo de la primera temporada, dando el mayor protagonismo a ese médico, incapaz de ayudarse a sí mismo, pero que capítulo a capítulo se desvive por los demás hasta convertirse en el nexo de todos ellos.
Perdidos ha terminado, pero a la serie le queda mucho recorrido. Se hablará de Lost “más allá de su muerte”, eso seguro. Los productos mediocres no despiertan la expectación que ha originado ‘Lost’. Hasta en eso, hay que quitarse el sombrero.