De verdad, os juro que me iba a la cama. Pero en el zapping final recalé en la gala de Eurovisión de la Primera. De verdad que no la quería ver. Demasido mundo-friqui para mí. Y no es que Eurovisión no me guste, no. Es que estas selecciones previas son infumables. Era mejor cuando el artista se conocía al final y no nos hacían pasar ese trago. Reconozco que el festival europeo me ha fascinado desde niña. No sé que me parece más increíble, si esas actuaciones de colores chillones y música hiperpasada de revoluciones, o el hecho de que se conozca con antelación histórica el resultado de las votaciones. Está claro que que gane España es imposible por razones matemáticas. La culpa la tienen las fronteras. Si a cada país le vota el de al lado, nosotros sólo recibimos puntuaciones de Portugal y Andorra, pero no siempre compiten y claro, eso es un problema. Francia, últimamente nos deja algún votillo; pero como ellos van por libre, nunca se sabe. Sólo hay que ver que año tras año llevan una balada, y eso que en Eurovisión nunca gana un lento; lo sabe cualquiera.
¿Quién más nos vota? Grecia, por la Reina; y Suiza, por los emigrantes españoles… Y deja de contar. Con ese panorama… ¿qué artista consagrado se va someter a semejante menosprecio?
Está claro que cantantes totalmente desconocidos que anhelan publicidad como sea, triunfitos y friquis totalmente devergonzados. De esta última clase es el que ha hecho sudar la gota gorda a Anne Igartiburu; de profesión presentadora-super-correcta-de-cualquier-gala-de-la-Primera y una de las sonrisas más dulces de la tele.
Yo estoy segura de que la vasca no había vivido nunca ante las cámaras una situación tan violenta como la que ha tenido que enfrentar con uno de los candidatos a Eurovisión: el inefable John Cobra.
Tras la actuación de este personaje, llegaron los pitidos y abucheos del público. El tío, sin cortarse, empezó a insultar al público. Más abucheos, y el Cobra que se coge la entrepierna mientras acompañaba el clásico ademán de Bardem en la película Huevos de Oro con frases tan elocuentes como “Que os den por …” o “Si no os gusta mi canción me c… la p..”.
Prefiero no reproducir los improperios por respeto a la Igartiburu. La pobre no podía parar semejante torrente de groserías y falta de respeto. En sus ojos brillaban las lágrimas y sólo supo decir. “Vale, cariño, vale, ya pasó”.
Como si el deslenguao fuera su sobrinito. Pero John Cobra, más que de la presentadora de Corazón de verano, parecía pariente de Aznar. Juntos podrían hacer un duo, el duo “Toma Moreno”. ¿Pero cómo se le recrimina a un joven su mal comportamiento cuando lo único que hace es emular a todo un ex presidente? A los dos les mandaba yo con la Super-nany, que esa sí que sabe de buenos modales.
Al final, y qué alivio, al final no ganó. Será Daniel Diges quien se pegará por los últimos puestos en Eurovisión. Esta vez tampoco ganamos.
Hasta siempre, corazones.