EEUU asesina – no hay otro término: > carece de la contundencia jurídica precisa – al dirigente de Al Qaeda Anuar el Aulaki, en Yemen. Tenía nacionalidad estadounidense, lo que ha encendido a la Unión Americana para las Libertades Civiles – cabría preguntarse si solo por el accidente de su pasaporte o también por su condición universal de hombre -; el presidente, sin embargo, había consultado a un grupo > de juristas que por unanimidad aprobado el ataque, pese a que el muerto no estaba acusado de ningún delito ni había sido juzgado por ningún tribunal americano. Obama califica la acción de hito, y quizá lo haga con el corazón. Al líder extremista, por cierto, le ha arrebatado la vida un drone, un avión sin piloto, teledirigido; es una manera inteligente y efectiva de lavarse la responsabilidad propia: en puridad, no lo ha matado nadie, se diría casi que el artefacto ha actuado por propia voluntad. Pero la guerra, como las leyes, nunca es aséptica.