Pacquiao–Márquez. O cómo la preferencia de la masa pervierte el juicio de los supuestos imparciales. Los comentaristas mexicanos resultan tan patrióticamente encendidos como ingenuamente simpáticos; tienen razón en todas sus demandas y quejas, pero sus clamores no hallarán otra respuesta, en el mejor de los casos, que una cuarta revancha. Los promotores quieren a Pacquiao-Mayweather. Los promotores ponen la pasta (y la ponen para embolsarse más). Los jueces acatan, ya se ha dicho. El único perdedor ha sido un hombre que ha hecho lo que debía y a quien se le agota el tiempo.