>

Blogs

Eduardo Roldán

ENFASEREM

Eichmann/Taylor: medio siglo de espera

‘Round about midnight ahorcó Israel al cerebro oficial del exterminio metódico y masivo, a las neuronas arias más dedicadas y ceñudas, al prófugo más buscado. ‘Round about midnight, hace medio siglo, el hombre que con mayor dedicación puso en práctica la teoría de Mein Kampf, en muerte la letra, conoció qué siente uno como negativo del verdugo. Israel, sí, ahorcó a Eichmann en un juicio inadmisible, cuyas garantías jurídicas, desde el momento de la detención hasta el de abrir la trampilla bajo los pies, ni siquiera se molestaron en maquillar. De entrada, Eichmann debió ser juzgado por un Tribunal Internacional, no por uno poco menos que ad hoc, donde la separación entre juzgador y acusador no era ni mucho menos diáfana, y en un proceso cuyo fallo —pena de muerte—no existía en la legislación israelí; así que no solo el tribunal sino también el contenido de la pena fue ad hoc. Aparte del fallo histórico, el proceso sirvió como excusa para el libro por el que Hannah Arendt es recordada, aunque Arendt no es autora de un solo libro y Eichmann en Jerusalén – Un estudio sobre la banalidad del mal no puede entenderse aisladamente del resto de su obra. La expresión > inició un debate interminable, acaso por la lectura sesgada de Eichmann…, reduciendo el pensamiento de la autora a que Eichmann era poco menos que una marioneta obediente, un mero brazo ejecutor sin seso. Pero Arendt nunca niega la responsabilidad moral del individuo; uno es uno y sus circunstancias, desde luego, pero ante todo es uno. La única persona que no distingue entre las categorías del bien y el mal (o el Bien y el Mal, si se prefiere) es el psicópata, es decir alguien que ante todo no es normal. Lo que ocurre es que no hace falta ser un monstruo para realizar monstruosidades, o que cualquiera puede volverse monstruo según qué circunstancias. Es en este sentido en el que dice David Mamet que no le gusta La lista de Schindler porque nosotros >; la moralina blanquinegra de Spielberg nada tiene que ver con la complejidad de una situación en la que el hombre se ve desbordado por el entorno. No cabe duda de que el grupo abriga —léase/véase El conformista, de Moravia/Bertolucci—, y de que el hombre es capaz de renunciar a su capacidad crítica, a su individualidad, en favor de la seguridad grupal, siquiera transitoria. Pero la conciencia permanece, y la mano que firma la sentencia de muerte ha sido previamente ordenada por la cabeza y el corazón.

Coincidiendo con el aniversario de la ejecución de Eichmann, hemos conocido esta semana la no menos histórica sentencia por la que Charles Taylor ha sido condenado por crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos en Liberia y en Sierra Leona. En este caso el fallo por un Tribunal Internacional —ha sido el primer jefe de Estado condenado por un TI—; en este caso no la infamante pena de muerte. Han tenido que pasar 50 años, pero creo que algo hemos ganado.

 

 

 

bloc digital de Eduardo Roldán - actualidad, libros, cine y otros placeres y días

Sobre el autor

Columnas, reseñas, apuntes a vuelamáquina... El autor cree en el derecho al silencio y al sueño profundo.


junio 2012
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
252627282930