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Eduardo Roldán

ENFASEREM

De policías y otras violencias

Antes de cualquier análisis resulta inexcusable, entre otras cosas porque todo el mundo ha preferido obviarlo, referirse al hecho de que la película Relatos salvajes, cuya producción corresponde en un 70 % a una empresa argentina, cuente con nueve candidaturas, algunas en las categorías más golosas. Su inclusión se podrá discutir en abstracto, si es merecida en un plano artístico, pero lo que no se podrá discutir es que está quitando el sitio a películas españolas, o sea a las personas que en ellas participan; películas probablemente inferiores, pero aptas para optar. Se llega al punto de que Relatos… aspira, como le corresponde natural y legítimamente, al Goya a Mejor Película Hispanoamericana, pero también al de Mejor Película. ¿Es que hay alguien que honestamente crea que estas dos categorías no se excluyen? ¿Por qué este tratamiento de favor? ¿Será porque con Relatos salvajes en el saco las cifras de taquilla anuales quedan más resultonas?

Dentro de la discusión abstracta, sector Guion Original, acaso el rasgo más interesante del póker de cintas que aspiran al Goya no sea que lo hacen también al de Mejor Película —lo cual resulta esperanzador para quienes, aun en la era del croma y el 3D, seguimos creyendo que el guion es el único elemento necesario para obtener una película digna—, sino el hecho de que esos guiones vengan firmados por los propios directores, bien a dos (Alberto Rodríguez junto a Rafael Cobos en La isla mínima, y Daniel Monzón junto a Jorge Guerricaechevarría en El Niño), bien a solas (Damián Szifron en la citada cinta y Carlos Vermut en Magical girl). Los tiempos del artesano de estudio al que le entregaban un libreto el viernes que debía comenzar a rodar el lunes parecen haber quedado atrás incluso en Hollywood —pese a que el director, desde un Fincher a un Eastwood, por citar dos de los directores más “puros”, no conste en los créditos como guionista—, y hoy resulta cada vez más complicado plantearse la escritura de una película sin la participación activa, desde el inicio, de quien se va a plantar detrás de la cámara.

La isla mínima es un ejemplo máximo de que esta aleación no tiene por qué suponer un menoscabo del concepto de autoría ni por parte del director ni por la del guionista-guionista, sino que mutuamente ambas partes pueden enriquecerse y dar como resultado un producto tan riguroso y equilibrado como emotivo. Notas que no alcanza en la misma medida el otro policiaco con trasfondo social de las candidatas, El Niño, que cae del lado de una dirección en ocasiones más pirocténica que virtuosa, con una trama alargada innecesariamente y cuya justificación casi parece que sea conducirnos al inevitable clímax final.

Las dos cintas cuyo guion firma en exclusiva el director articulan una carpinteria narrativa menos clásica pero no menos efectiva. Relatos salvajes en seis piezas cortas que, en contra de la tendencia masiva, no están interconectadas, si bien presentan un sustrato temático y una estructura similares, con el fusible del personaje principal saltando de frustración acumulada y dando lugar a la explosión violenta, catártica: en esencia, el mismo planteamiento de Un día de furia (Joel Schumacher, 1993) pero troceado. Magical girl es también una cinta coral con personajes a la deriva, pero de estética muy diferente a la de la película de Szifron. Con una mirada casi hanekiana, Carlos Vermut arma un puzle geométrico de historias cruzadas en función del azar y las pulsiones oscuras de los personajes, un puzle cuya falta de información/explicación, cuya ausencia —literalmente— de la pieza central que lo revelaría sin sombra de duda, ha sido el reproche ocasional que se le ha hecho a Vermut, cuando es, en cambio, el mayor acierto del film, gracias a un cuidadísimo uso de la elipsis. Tiene más de otra cinta de Rodríguez y Cobos, la magnífica After (2009), que de Relatos salvajes, y es, de las candidatas, aquella en la que más evidente se hace la presencia del guion, razón por la que no es imposible que consiga el favor de la Academia como ha conseguido recientemente el de la crítica en los Premios Feroz.

@enfaserem

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Columnas, reseñas, apuntes a vuelamáquina... El autor cree en el derecho al silencio y al sueño profundo.


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