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Eduardo Roldán

ENFASEREM

Ductilidad artística

Desde el pasado abril la sombra de Billie Holiday no deja de alargarse por obra y gracia del olfato comercial de los productores de las casas discográficas, que saben bien que las efemérides fomentan las ventas aun sin tener el público un deseo real por adquirir el producto; casi se diría que la efeméride despierta un complejo de culpa que hace que el potencial comprador termine aflojando la guita. Con el centenario del nacimiento de Holiday el mercado se ha visto así inundado por una lluvia de discos-homenaje cuyo valor, por lo general, no hace ni remota justicia al arte de la inmortal vocalista; quizá solo el de Cassandra Wilson, con todas las salvedades que se quieran poner al ceniciento enfoque, y el realizado por el cantante que nos ocupa sean los dos que quepa rescatar del olvido futuro. En especial el de José James (‘Yesterday I had the blues: The music of Billie Holiday’). James ha tenido, primero, el buen sentido de aprovechar los recursos que Blue Note ha puesto a su disposición —prácticamente a demanda— con la elección de una sección rítmica difícilmente superable (que en Palencia no lo acompañará, pero cuyos sustitutos, en especial el baterista Nate Smith, en absoluto la desmerecen) y, sobre todo, el de no dejar que el peso de la sombra limitase ni su personalidad ni su ambición. > no ha de implicar postrarse de rodillas, ni > una rendición edulcorada, ciegamente delicada por un respeto mal etendido ante el sagrado material. James, cuya trayectoria musical ha bebido de muchos de los afluentes que van a dar al río de la música negra, desde el afluente rhythm and blues hasta el afluente hip-hop, no llega a violar ni el cancionero ni las formas de Lady Day —tal sería cometer un incesto musical—, pero en ningún momento deja de ser él la presencia que conmueve, el corazón del canto. Holiday está ahí como inspiración latente, no como ídolo frontal. La apuesta era muy arriesgada, pero por ello mucho más interesante, y el resultado final, acorde a  la magnitud de aquella, con dos hitos —las versiones de ‘Body and soul’ y el tema de cierre, a modo de coda a capela , de ‘Strange fruit’— que se anclan en la memoria del oyente con la firmeza del arte fuera de modas.

La de José James es una voz de barítono con una ductilidad asombrosa, pareja a los muchos estilos que ha explorado —y en gran medida forjada por estos— y a la camaleónica puesta en escena que es capaz de llevar a cabo: se expresa con igual fuerza con una gorra de béisbol vuelta del revés que con traje diplomático y corbata fina, sin que nunca el disfraz ni el marco sonoro desvirtúen la voz de su arte. Un difícil logro que muy pocos son capaces de alcanzar. En resumen, nos hallamos ante el plato fuerte de esta segunda edición del festival palentino.

@enfaserem

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Columnas, reseñas, apuntes a vuelamáquina... El autor cree en el derecho al silencio y al sueño profundo.


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