>

Blogs

Eduardo Roldán

ENFASEREM

Reescribir la historia

eisensteinCorre el año 1926 y se aproxima el décimo aniversario del triunfo del alzamiento bolchevique. El año anterior el cineasta Serguéi Eisenstein había dejado para la historia un film revolucionario —sobre todo en el plano formal— que recreaba el motín acontecido en 1905 en al acorazado Potemkin, así que no extraña que la lógica previsible del Poder, cuyo fin primero es siempre perpetuarse, trate de repetir el éxito y les encargue a Eisenstein y a su compadre Grigori Aleksandrov la película que celebre el aniversario. Sin embargo el Poder, al verla, no puede evitar lamentarse por su elección; por suerte la historia la (re)escriben quienes detentan el Poder —hasta que llega otro más poderoso que la vuelve a reescribir—, y un film no es otra cosa, a la postre, que una sucesión de fotogramas que se pueden cortar y pegar al gusto. Hoy contamos con varias versiones de Octubre; la más accesible, de en torno a 100 minutos, con la banda sonora de Shostakóvich y efectos de sonido añadidos, puede, pese a carecer de más de un cuarto del metraje original y de que tengamos la certeza de que no todo lo sobrevivido presenta el aspecto que hubieran querido sus creadores, considerarse un film de autor por pleno derecho, y uno de primer orden. Y a pesar también de que naciera con vocación doctrinaria.

Propaganda y arte no tienen por qué excluirse, pero en cualquier caso solo relativamente cabe calificar a Octubre de film propagandístico. El reproche más frecuente que recibió fue que <<exigía demasiado del público>>, reproche tanto más virulento entre el aparato bolchevique, lo que demuestra que el aspecto utilitarista que ellos habrían querido para el film estaba adulterado. Si por algo se caracteriza un film de propaganda —o un panfleto político— es por la claridad sin sombra de su mensaje; pero no solo de su mensaje sino en la forma de expresarlo. Basta comparar Octubre con El triunfo de la voluntad para percibir la diferencia: aunque muchas de las decisiones de realización en el film de Riefenstahl son de un formalismo audaz, todas ellas no hacen sino subrayar el mensaje que se pretende transmitir, incluso hasta la obviedad. Las imágenes de Octubre, por contra, son turbias, desbordantes, contaminadas: la mayoría posee una carga simbólica que va mucho más allá de lo que la imagen literal muestra; se establecen metáforas entre imágenes, paralelismos… Hasta se incluyen insertos de carácter onírico. Ejemplos de este enfoque polisemántico son: el perturbador plano del caballo blanco muerto colgando del puente levantado (símbolo de la nobleza de la revolución, en ese momento fracasada); la equiparación bufonesca de Kerensky con Napoleón; el recurso de marcha atrás por el que se vuelve a erigir la estatua del zar Alejandro III, derribada nada más arrancar el film, cuando el primer intento de sublevación es abortado, etc. Con el añadido de que cada imagen está en relación vital con la imagen a que sucede y con la imagen a que precede, que pueden contar a su vez con sus particulares significados no literales.

octubreAsí, algún célebre crítico ha calificado a Octubre de película <<anárquica>>, en el sentido de que exhibe un anarquismo formal que se hace eco de la anarquía histórica, real, de la insurrección bolchevique. Discrepo. Si hay algo que no sea Octubre —si hay algo que no sea ningún film de Eisenstein— es anárquico; cada plano, cada inserto, cada intertítulo tiene una función específica y ha sido largamente destilado, y esto puede apreciarse incluso en un film censurado y volteado como este. Eisenstein pertenece a esa rara estirpe de teóricos que entienden la teoría como catapulta para la práctica, que no se quedan en la formulación de sus convicciones sino que, arriesgando, las llevan en su obra al extremo (David Mamet es acaso el ejemplo contemporáneo más riguroso de esta estirpe). La piedra angular de su teoría es lo que denominó <<montaje de atracciones>>, cuyo fin es crear una impresión (síntesis) en la mente del espectador a partir de la yuxtaposición de dos imágenes (tesis y antítesis); Eisenstein por tanto aplica la teoría histórico-económica marxista/hegeliana a la estética cinematográfica; es el montaje lo que insufla vida a la narración, pero esta solo surgirá de un montaje dinámico, en donde las imágenes no solo se sucedan sino que se complementen y con frecuencia colisionen. El conflicto es esencial en el desarrollo, y si falta conflicto no habrá desarrollo sino mera exposición. De modo similar al de una sinfonía, donde la interacción de los instrumentos forja cada movimiento, las imágenes han de forjar el arco narrativo de cada acto; y también, igual que cada movimiento es la semilla del siguiente y su ordenación —dinámica— conduce a alumbrar la sinfonía final, la sucesión de actos ha de proceder así si se pretende que el film —síntesis total— resulte una pieza autónoma, completa.

octubre-2Y es aquí donde la censura estaliniana más deja notar su tijera. Como quizá con más lucidez que nadie el depurado Trotski apuntó, los dos últimos actos del film —la toma del Palacio de Invierno—, que deberían suponer el clímax bélico, el paroxismo de fuego y muerte entre las fuerzas atacantes bolcheviques y el gobierno provisional atrincherado en el palacio, adolecen del apropiado intercambio de fuerzas; fallan los contrapesos, la balanza se inclina solo del lado revolucionario y así la tensión se diluye en gran medida, pasándose del desarrollo orgánico (la película cuenta con más de 3.000 cortes, pero sin pérdida ninguna de fluidez ni sensación de aturdimiento) a una suerte de plasmación impresionista, a fogonazos, más un epílogo que un final, un tanto descafeinado por comparación con lo visto hasta entonces. Con todo, estos dos actos no dejan de contar con imágenes poderosísimas, y si no rematan la composición a la manera que hubiera deseado Eisenstein, tampoco erosionan el film gravemente, ni mucho menos; Octubre solo se puede considerar un film fallido si le aplicamos esa categoría de <<espléndido fracaso>> con que Faulkner se refirió a su novela El ruido y la furia. Fracasos espléndidos que no pocas veces suelen denotar una voluntad de riesgo y una inventiva admirables, y resultar, con todos sus flecos desiguales, mucho más interesantes que otras obras más redondas, repulidas, monocromas.

Y tampoco el saber que los hechos no acontecieron según se muestran —ni en un plano cronológico ni en un plano fáctico— debería, incluso en una época cegada por la obsesión informativa como la nuestra, condicionar el juicio de una obra que es una de las paradas obligatorias para todo el que quiera entender cómo se ha fraguado el lenguaje del cine.

(La sombra del ciprés, 17/11/2018)

@enfaserem

 

Tít.: Octubre

Dir: Serguéi Eisenstein, Grigori Aleksandrov

Int.: Nikolái Popov, Vasili Nikándrov, Liashenko

Unión Soviética, drama, blanco y negro, 103 mins.

bloc digital de Eduardo Roldán - actualidad, libros, cine y otros placeres y días

Sobre el autor

Columnas, reseñas, apuntes a vuelamáquina... El autor cree en el derecho al silencio y al sueño profundo.


noviembre 2018
MTWTFSS
   1234
567891011
12131415161718
19202122232425
2627282930