<<El pensamiento de la muerte no es tan solo un pensamiento: es el pensamiento mismo>>.
¿De qué puede deducirse que el Estado va hacia la ruina, si, por una vez, un inocente sobrevive y, en compensación, otra persona es exiliada en vez de ir a la cárcel? Todo el asunto está aquí.
Y, en fin, aparece aquí la palabra que por primera vez Moro escribe con toda su más atroz desnudez: esa palabra que finalmente se le ha revelado en su verdadero, profundo y podrido significado: la palabra <<poder>>. <<Yo no deseo a mi alrededor, lo repito, la presencia de los hombres del poder>>. Pero en la carta anterior había hablado de <<autoridades de Estado>> y hombres del partido>>: tan solo ahora llega a la denominación exacta, a la espantosa palabra.
Para el poder y del poder había vivido hasta las nueve de la mañana de ese 16 de marzo. Confió en poseerlo todavía: acaso para volver a asumirlo plenamente, y, con toda seguridad, para evitar el tener que enfrentarse con esa muerte. Pero ahora sabe que el poder lo tienen los otros: reconoce en los otros su rostro estúpido, sucio, feroz. En los <<amigos>>, en los <<incondicionales de las horas alegres>>: de las macabras y obscenas horas alegres del poder.
Alguien que, disponiendo tan solo de los datos que divulgaron los medios de información, quiera llevar a cabo un análisis del caso Moro, no solo tendrá que separar el poco trigo de la mucha maleza, sino que deberá hacer tabula rasa con esa especie de prejuicio autodenigrante (es decir, habitualmente empleado en sentido autodenigrante) según el cual no es italiano todo aquello que es preciso, puntual, eficaz. Precisión, puntualidad y eficacia son vistas por la mayoría de los italianos como cualidades que les son extrañas o, en elmejor de los casos, de origen extranjero. A propósitio de una institución que no funciona, de un hospital en que se recibe mal trato o en el que no hay camas, de un tren que llega tarde, de un avión que no despega, el broche es siempre el comentario: <<cose nostre!>>. Sin embargo, entre esas cosas nuestras, una por lo menos funciona: y es la que, ya por antonomasia, se llama <<cosa nostra>>, la mafia.
Tít: El caso Aldo Moro
Autor: Leonardo Sciascia
Editorial: Ediciones Destino Áncora y Delfín